La comunicación al país que el Primer Ministro realizó el pasado sábado merece ser analizada detenidamente, pero más por lo que reveló entre líneas que por lo que realmente dijo António Costa.
La primera conclusión que se puede sacar es que el primer ministro está efectivamente preocupado por la investigación en curso. Costa sabe que esto no es un desviación y que, en el escenario más benigno, estaremos ante una nueva situación de promiscuidad entre el poder político y las grandes empresas, con el agravante de haber revelado la implicación de la propia oficina del Primer Ministro. Corresponderá a los tribunales decidir si se produjeron o no delitos u otras ilegalidades, pero lo que se ha hecho público en los últimos días no es precisamente edificante para ninguno de los implicados.
La segunda conclusión es que, aunque incomprensiblemente mantiene al acusado João Galamba en el cargo de ministro, António Costa no tiene problema en dejar caer y repudiar a Vítor Escária y a su viejo amigo Diogo Lacerda Machado. En el caso de este último, no podemos entender la aparente sorpresa del Primer Ministro ante el hecho de que el abogado fuera llamado públicamente “facilitador”, debido a la proximidad personal entre ambos.
El propio António Costa contribuyó decisivamente a la prominencia pública de su amigo, desde el momento en que, pocos meses después de asumir el cargo de Primer Ministro, lo eligió para mediar en las negociaciones entre Isabel dos Santos y Caixabank, en un momento en que los accionistas de BPI luchaban por el futuro del banco. En ese momento, los accionistas de BPI tuvieron la “amabilidad” de aceptar esa mediación inesperada propuesta por el Primer Ministro, según la noticia “Negócios”.
Luego vino el refuerzo de la participación del Estado en TAP y el nombramiento de Lacerda Machado para la administración de la aerolínea, sin que el abogado tuviera experiencia o conocimientos relevantes sobre el sector aeronáutico.
Además, Lacerda nunca dejó de estar activo entre bastidores de varias grandes empresas donde sus contactos políticos eran útiles. No es casualidad que el semanario NOVO informara en 2021, en un titular, que el amigo del primer ministro había sido contratado por el fondo de accionistas Start Campus, empresa que ahora está en el centro del caso Influencer. En la portada del semanario, que en ese momento aún no pertenecía a Media9Par, aparecieron fotografías de Diogo Lacerda Machado y António Costa, ambos de gran protagonismo.
Por lo tanto, resultará cuanto menos extraño que Costa no se haya dado cuenta durante estos ocho años de que su amigo se ganaba la vida como lobbyista informal, aprovechando sus contactos políticos al más alto nivel, porque el resto del país lo entendía perfectamente. Bueno. Y todo el país también se dio cuenta de que sería muy útil para el Primer Ministro tener a alguien en quien confiar personalmente en TAP y en otros expedientes muy relevantes. Por eso no le conviene venir ahora y decir que, después de todo, “un Primer Ministro no tiene amigos”.
La tercera conclusión que hay que sacar es que el momento de la intervención fue desafortunado y es natural que, como afirmó ayer el comentarista Luís Marques Mendes, se interprete como un posible intento de condicionar al poder judicial. ¿Por qué hablar el sábado y no después de la decisión, prevista para este lunes, sobre las medidas coercitivas que se aplicarán a los imputados?
La cuarta conclusión tiene que ver con la forma en que António Costa y este PS ven las grandes empresas, especialmente aquellas que generan grandes ingresos. El mismo primer ministro que siempre se negó a bajar el IRC, que creó mil y una contribuciones especiales y otras tasas e impuestos y que, entre otras cosas, prometió acabar con el régimen de Residentes No Habituales, ahora quiere convencernos de que lo mejor La forma de atraer inversiones a nuestro país es a través de un sistema que simplifique los procesos, pero sólo para algunos. Al parecer, como hemos visto por lo publicado, es más fácil para aquellas empresas que tienen buenos contactos a nivel político. Es toda una visión del mundo que debería hacernos reflexionar sobre cuál debería ser el papel de los gobiernos a la hora de atraer inversiones, es decir, si debería ser mediante la creación de “vías rápidas” para determinados proyectos o mediante la creación de un sistema competitivo y transparente. entorno empresarial., donde todos tengan idéntico trato e igualdad de oportunidades.
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2023-11-13 01:39:48
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