Confieso que me sorprendió, o más bien me decepcionó. Las palabras con las que el Director General de Rai Giampaolo Rossi comentó mi salida de la empresa son tan inapropiados que suenan perdidos, cargados de un toque de vulgaridad. Lástima, cuando lo conocí tuve la impresión de ser un caballero apuesto, muy bien cuidado en su apariencia, el hermoso óvalo de su rostro realzado por una barba corta e impecable. Un hombre apuesto capaz de mencionar con razón un par de libros y alguna historia familiar conmovedora en una conversación de la que obviamente guardo silencio. Tal vez fuera sólo un aparato, dice.
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Ante la Comisión de Cultura de la Cámara dijo: “Nuestro objetivo no es salvaguardar el salario de Augías, sino cuidar de 12 mil empleados”. Dios mío, ¿quién habló alguna vez de dinero en este melancólico asunto? Lanzar un puñado de monedas al aire siempre ha sido un truco bastante común desde que existe el mundo. ¿Pero qué tiene que ver el dinero aquí? ¿Más aún si se compara el salario de una persona con el bienestar de 12.000 familias? Hay reglas dialécticas que conviene respetar, la primera es afrontar argumentos que sean proporcionados. Uno contra 12 mil es definitivamente demasiado. No es suficiente, el director general quiso asestarme un nuevo látigo, añadiendo: “Rai sobrevivió a la despedida de Baudó, también sobrevivirá a la despedida de Augias”. Pippo Baudó es un artista brillante que ha dirigido programas muy populares durante décadas. Más modestamente, soy autor de programas de libros y de música sinfónica. Lo único que tengo en común con Baudó es el respeto y la simpatía personal que le tengo. Compararnos directamente tenía el único propósito de humillarme.
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Le digo la verdad, es una pena que ese apuesto caballero que conocí haya resultado ser un antagonista torpe. Me pregunto si no será ésta la razón de los numerosos tropiezos que la nueva programación ha encontrado en los últimos meses. No pongo en juego mis numerosos defectos ni los del Dr. Rossi, cada uno tiene la misma vida y las mismas preferencias que él. Sin embargo, analizo el método: un alto directivo debería encontrar una manera de discutir (aunque sea apresuradamente, claro está) sin caer en insultos. Responder sobre el fondo no es imposible si tienes una conciencia clara de tus acciones y de tus elecciones culturales. ¿Qué impidió al director general Rossi expresarse con mayor decoro? Ejemplo: “Estás equivocado, Augías. Intentamos equilibrar el tono subyacente de la “narración” que se cuenta desde hace años en las pantallas de la Rai; estamos de acuerdo con nosotros en que una parte, ahora mayoritaria y todavía significativa, del país está subrepresentada desde hace mucho tiempo. Esto no está bien, no es democrático, hay que ponerle remedio; Eres libre de irte pero no de oponerte a nuestras elecciones”.

De la cortesía se puede desarrollar un vigor polémico, dialéctico si se prefiere, mayor que el de algunos vituperios destartalados. De la salida de hoy del Director General sólo hay un aspecto positivo que me gustaría subrayar aquí: me ayudó a comprender aún mejor por qué era correcto partir. Sin rencor, unicuique suum.
2023-11-08 07:35:59
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