La inseguridad ciudadana en América Latina: un desafío compartido y sus posibles soluciones

La inseguridad ciudadana es una enfermedad que ha golpeado a América Latina en las últimas décadas. Con el fin de comprender mejor este desafío compartido en la región, El Comercio convocó a periodistas de cobertura policial y judicial de diversos medios del Grupo de Diarios América (GDA) en México, El Salvador, Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica y Perú.

En este resumen, ellos nos explican los orígenes de la inseguridad ciudadana en cada uno de sus países, los desafíos de las coberturas y las posibles soluciones a este problema que afecta a millones de personas en la región. El conversatorio, moderado por Juan Pablo León, editor de la sección Nacional de El Comercio, sirvió para poner en evidencia los desafíos similares que enfrenta el periodismo en la región. “El intercambio de ideas, experiencias y recursos entre los diferentes equipos de redacción de los medios que integran el GDA es la base que sustenta la relación de confianza que existe en nuestra comunidad periodística desde hace más de tres décadas, y es el motor que nos impulsa a producir trabajos colaborativos de alta calidad, desarrollados incluso en condiciones adversas, superando el miedo a las amenazas e impunidad para revelar eventos noticiosos que impactan la vida de nuestros lectores”, dice Lyng-Hou Ramírez, directora del GDA.

Pese a que cada país enfrenta la inseguridad desde un origen particular, hay al menos 10 situaciones compartidas entre todos: la reciente y creciente frialdad y crueldad de los delincuentes, la impunidad, los escasos controles migratorios para los delincuentes extranjeros, la captación de menores de edad para evadir la justicia, las disputas de bandas y el control del territorio, el control de las mafias desde las cárceles, la existencia de bandas mejor organizadas que las autoridades, el miedo generalizado al caminar y la facilidad de recuperación de las organizaciones después de ser desarticuladas.

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“En América Latina estamos atravesados por una misma matriz, que es la del crimen organizado. De ella se derivan otras actividades delictivas, desde las más complejas como el narcotráfico, hasta las más simples como los robos en la vía pública”, explica Fernando Rodríguez, periodista especializado en inseguridad del diario La Nación de Argentina. En su país, solo en el 2022, según el último registro oficial, la tasa de homicidios dolosos fue de 4,2 por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, en la provincia de Santa Fe esa tasa fue más del doble, llegando a 11,4. En Rosario, una de las ciudades más importantes de Santa Fe, opera una de las más grandes organizaciones narcocriminales de la región: La Banda de los Monos. Las disputas territoriales entre bandas han dejado en esta ciudad un rastro de violencia, sangre y muerte, y la tasa de crímenes (casi todos producto de venganzas y ajustes de cuentas del narcotráfico) es de 20 por cada 100.000 habitantes, cinco veces más que el promedio nacional.

Aunque La Banda de los Monos se concentra principalmente en Rosario, también se hace sentir en otros países, como Chile, según Andrea Chaparro de El Mercurio. De acuerdo con las últimas encuestas, el 80% de las personas en Chile han sido víctimas de algún delito o conocen a alguien que ha sido víctima de un delito, y no solo una vez, sino dos o tres veces. “Tenemos fenómenos que no habíamos visto antes, como el método de gota a gota. Por ahora, el Tren de Aragua tiene una presencia pequeña en barrios de Santiago y el norte de Chile, pero su presencia está aumentando cada vez más en el sur del país”, señala. En Perú, esta modalidad también es conocida. De hecho, según la periodista Abby Ardiles de El Comercio, aunque esta práctica no era común en Venezuela, los miembros del Tren de Aragua han logrado diversificarla en toda América del Sur.

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La violencia extrema también es compartida. “Las autoridades señalan que las bandas costarricenses de sicariato y narcotráfico han aprendido de las organizaciones mexicanas. Por eso, vemos con frecuencia muertes extremadamente violentas, como el asesinato de un hombre frente a una escuela el mes pasado, donde recibió más de 50 disparos de cuatro individuos encapuchados y armados con AK-47”, señala la periodista Vanessa Loaiza de La Nación de Costa Rica.

¿Cómo llegamos a este nivel de crueldad? Aunque los factores son múltiples, todos coinciden en que el aumento de la pobreza debido a la pandemia ha sido un detonante para que los grupos más violentos recluten jóvenes. “En Bogotá, hemos visto un aumento de la violencia después de la pandemia. Los delincuentes comenzaron a matar a personas por robos simples, como quitarles dinero o un celular”, explica Toro.

Esta situación se vive de manera similar en México, donde hasta el jueves 2 se reportaron 98 víctimas de homicidio doloso en el país, la mayoría atribuidas al crimen organizado. De acuerdo con el periodista Manuel Espino de El Universal, en promedio, México registra más de 30.000 asesinatos al año.

En El Salvador, por otro lado, niveles de violencia tan altos han marcado su historia con enfrentamientos entre pandillas y extorsiones que incluso opacan la cobertura sobre el narcotráfico, dice Ricardo Flores, periodista de La Prensa Gráfica.

Sin embargo, la experiencia de este país también revela otra dificultad para cubrir la inseguridad en América Latina: la falta de transparencia por parte de los gobiernos. “Es cierto que los niveles de homicidio en El Salvador tienen registros mínimos históricos […]. Pero detrás de eso hay treguas y negociaciones ocultas que el periodismo intenta sacar a la luz. Desde que el gobierno de Nayib Bukele asumió el poder, no podemos ejercer nuestro derecho a la Ley de Acceso a la Información”, explica.

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Si el problema es similar, la solución ineficaz y muchas veces tardía por parte de los gobiernos también se repite en la región. “Nunca responden con un análisis profundo, concreto e imparcial del problema. Los gobiernos han tomado medidas frente a aspectos específicos de la coyuntura como si fueran parches para tapar una herida, pero no para tratar una enfermedad”, dice el periodista argentino Fernando Rodríguez.

Lo mismo sucede en Colombia, donde Toro advierte que las autoridades no reconocen la presencia de la delincuencia extranjera. “Para ellos es más fácil decir que son ‘bandas de delitos comunes’. Sin embargo, El Tiempo y otros medios de Colombia informamos con pruebas cada semana sobre la presencia del Tren de Aragua”, explica.

En Perú, el gobierno optó por implementar estados de emergencia en Lima y Callao a partir del 2022. Sin embargo, la criminalidad no ha disminuido. Por el contrario, la percepción de victimización ha aumentado un 2,6%.

1. Manuel Espino, El Universal de México: “Este período de gobierno es el más mortífero de la historia reciente, con más de 160.000 asesinatos registrados, superando los números acumulados en los sexenios ant

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2023-11-05 21:19:21

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