En la Patagonia, la presencia de pumas está modificando el comportamiento tanto de estos grandes felinos como de los pingüinos locales, una situación que se desarrolló tras la reintroducción de los pumas en un parque nacional argentino, donde prosperaba una colonia de reproducción de pingüinos. Los hallazgos de esta investigación fueron publicados recientemente en Proceedings of the Royal Society B.
El estudio revela que los pumas, tradicionalmente animales solitarios, están interactuando con mayor frecuencia entre sí cuando se alimentan de pingüinos, desafiando las expectativas previas sobre su comportamiento social. Mitchell Serota, ecólogo en Duke Farms en Nueva Jersey y coautor del estudio, enfatizó que “restaurar la vida silvestre en los paisajes transformados de hoy no significa simplemente revertir los ecosistemas al pasado. Puede crear interacciones completamente nuevas que remodelan el comportamiento y las poblaciones animales de maneras inesperadas”.
Durante el siglo XX, la presión ejercida por los criadores de ovejas obligó a los pumas a abandonar la región. Sin embargo, con la creación del Parque Nacional Monte León en 2004, los pumas comenzaron a regresar. Durante su ausencia, otras especies se adaptaron a una menor presión de depredación. Por ejemplo, una colonia de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus), antes limitada a islas costeras, estableció una colonia en tierra firme compuesta por aproximadamente 40.000 parejas reproductoras.
Tras el establecimiento del parque, los investigadores detectaron restos de pingüinos en las heces de los pumas, lo que indica que estos grandes felinos estaban explorando los cambios en el ecosistema. “Inicialmente pensamos que eran solo algunos individuos los que se alimentaban de ellos”, explicó Serota. “Pero al llegar, notamos una gran cantidad de detecciones de pumas cerca de la colonia de pingüinos”.
En el nuevo estudio, se utilizaron cámaras para estimar la población de pumas en una playa de 2 kilómetros dentro del parque nacional. Además, se monitoreó a 14 pumas individuales con collares GPS y se investigaron sus lugares de caza durante varias temporadas entre 2019 y 2023. Los resultados mostraron que nueve de los pumas rastreados se alimentaban de pingüinos, mientras que cinco no lo hacían.
Los datos revelaron que los pumas que consumían pingüinos presentaban una mayor variación en sus territorios a lo largo de las estaciones. Durante la época de reproducción de los pingüinos, estos felinos tendían a permanecer cerca de la colonia. No obstante, migraban a distancias mucho mayores durante el verano, cuando los pingüinos se alejaban de la costa.
Además, los pumas que se alimentaban de pingüinos interactuaron entre sí con más frecuencia que aquellos que buscaban otras presas. El estudio documentó 254 encuentros entre pumas depredadores de pingüinos y solo cuatro entre aquellos que no se alimentaban de ellos. La mayoría de estas interacciones ocurrieron en un radio de 1 kilómetro de la colonia de pingüinos.
El aumento de la interacción entre los felinos que cazan pingüinos sugiere una mayor tolerancia entre ellos debido a la abundancia de este recurso alimenticio específico, lo que ha resultado en una densidad poblacional más del doble de la concentración máxima registrada previamente en Argentina. Normalmente, los pumas adultos son solitarios y mantienen amplios territorios para asegurar un suministro adecuado de presas para sí mismos y sus crías.
Comprender el comportamiento de los grandes carnívoros en ecosistemas afectados por la actividad humana “es esencial para la planificación de la conservación, ya que permite a los gestores… elaborar estrategias de manejo basadas en cómo funcionan realmente los ecosistemas hoy, y no en cómo presumimos que deberían funcionar basándonos en el pasado”, afirmó Juan Ignacio Zanon Martinez, ecólogo poblacional del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), en declaraciones a Live Science.
La interacción entre los pumas y los pingüinos puede proporcionar información valiosa para futuros esfuerzos de conservación en el parque. Por ejemplo, aunque la depredación de los pumas podría no afectar significativamente a las grandes colonias reproductoras, sí podría influir en el crecimiento de colonias más pequeñas y nuevas. Esta complejidad representa un desafío para los gestores del área, considerando la nueva dinámica entre dos especies nativas.
En futuras investigaciones, Serota planea explorar cómo la relación entre los pumas y los pingüinos afecta a otras presas de los felinos, como el guanaco (Lama guanicoe), un pariente cercano de la llama.
