La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es una amenaza silenciosa que podría revertir décadas de avances en la salud pública. Entre el 18 y el 24 de noviembre, se celebró a nivel mundial la Semana de Concienciación sobre la RAM, una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus socios globales, para recordar la urgencia de actuar.
La creciente ineficacia de los antibióticos, que han salvado millones de vidas, es la principal preocupación. El uso incorrecto de estos medicamentos permite que los microorganismos se fortalezcan rápidamente. Actualmente, una de cada seis infecciones bacterianas en todo el mundo es resistente a los antibióticos; en África, esta cifra aumenta a una de cada cinco.
En 2019, las infecciones resistentes causaron 1,27 millones de muertes directas y contribuyeron a casi cinco millones adicionales. Si no se toman medidas, se estima que para 2050 podríamos perder 10 millones de vidas al año debido a infecciones que antes eran tratables.
Angola no es ajena a esta problemática. Enfermedades como la tuberculosis, la malaria, el VIH y las infecciones respiratorias muestran una creciente resistencia a los antimicrobianos. Este problema no es solo clínico, sino también económico, social y ambiental. Se calcula que la RAM podría costar a nivel mundial 3,4 billones de dólares anuales para 2030 y sumir a 28 millones de personas en la pobreza. La falta de antibióticos eficaces también podría complicar intervenciones médicas como la cirugía, el tratamiento del cáncer y los trasplantes.
La resistencia a los antimicrobianos no conoce fronteras, al igual que la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), afecta a personas de todos los niveles socioeconómicos y edades. Además, no se limita a la salud humana, sino que también está presente en la agricultura, la producción de alimentos y el medio ambiente. El uso indiscriminado de antibióticos en animales y la eliminación de residuos farmacéuticos en el suelo y el agua contribuyen a la propagación de microorganismos resistentes.
Por ello, la respuesta debe ser integral y basarse en el enfoque “Una Salud”, que abarca la salud humana, animal y ambiental. En septiembre de 2024, los líderes mundiales aprobaron una declaración política en la ONU con objetivos ambiciosos: reducir las muertes por RAM en un 10% para 2030, garantizar la vigilancia global y promover el uso racional de antimicrobianos. Entre los compromisos adquiridos se encuentran la presentación de datos de vigilancia de alta calidad para 2030, garantizar que el 80% de los países analicen todos los patógenos bacterianos y fúngicos, reducir el uso mundial de antimicrobianos en la agricultura y garantizar el acceso a agua, saneamiento e higiene en todas las instalaciones sanitarias.
Angola ha dado un paso importante en esta dirección. Durante la Semana de Concienciación sobre la RAM, se celebró un taller nacional en el Instituto Nacional de Investigación en Salud, reuniendo a los sectores de la plataforma “Una Salud” (salud humana, salud animal, agricultura y medio ambiente) para evaluar la situación y definir estrategias para abordarla. Este encuentro servirá de base para un Plan de Acción Nacional contra la RAM, que será esencial para coordinar las medidas y garantizar respuestas sostenibles.
¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros? La resistencia a los antimicrobianos es invisible, pero sus víctimas no lo son. Combatir la RAM requiere una acción colectiva. Los profesionales de la salud deben prescribir antibióticos solo cuando sea necesario y cumplir con los protocolos establecidos. Los pacientes deben evitar la automedicación, cumplir con los tratamientos y no interrumpirlos. Los agricultores y la industria alimentaria deben reducir su uso de antimicrobianos y adoptar buenas prácticas. La sociedad civil y los responsables políticos deben apoyar las campañas de sensibilización y aplicación para promover una cultura de respeto. Cada gesto cuenta, cada decisión es importante. La RAM no es un problema lejano, sino una amenaza real que podría convertir la medicina moderna en un escenario de incertidumbre.
Sin antibióticos eficaces, volveremos a una época en la que las infecciones simples podrían ser mortales. Se necesita más vigilancia, laboratorios equipados, educación comunitaria y financiación para contener esta crisis. El mensaje es claro: debemos actuar hoy para salvar vidas mañana. La resistencia a los antimicrobianos es un problema que afecta a todos, y solo juntos podemos superarlo.
