Parece que la historia de Andrew Mountbatten-Windsor no tiene fin, y un nuevo giro ha llegado a la luz. La última revelación de documentos provenientes de los archivos de Epstein incluye correos electrónicos que podrían dañar aún más su reputación, ya de por sí muy comprometida.
La opinión pública está dividida ante esta constante filtración de imágenes y correos. Algunos ya han formado una opinión definitiva y estos nuevos documentos simplemente la confirman, mientras que otros ven en ellos una prueba más de la necesidad de investigar a fondo las conexiones de Andrew con Jeffrey Epstein y su círculo. ¿Qué más se descubrirá?
Aún existen solicitudes pendientes para que Andrew testifique ante un comité del Congreso de Estados Unidos y ante el Departamento de Justicia de ese país. Estos nuevos correos electrónicos, sin duda, añadirán más preguntas al caso.
En uno de los correos, fechado en agosto de 2001, una persona identificada como “A” en Balmoral le pregunta a Ghislaine Maxwell, amiga y compañera de Epstein (actualmente cumpliendo una condena de 20 años por tráfico sexual), si ha encontrado “nuevos amigos inapropiados”. Maxwell responde que solo ha podido encontrar amigos “apropiados” y que le informará sobre algunas reuniones eclesiásticas.
La identidad de “A”, quien también se hace llamar “El Hombre Invisible”, no ha sido confirmada, aunque algunos señalan que podría tratarse del Príncipe Andrew. Además, se han observado particularidades en el lenguaje utilizado en los correos, como el uso de “Fall” en lugar de “Autumn”, más propio del inglés americano que del británico.
Sin embargo, existen líneas en los correos que parecen coincidir con la biografía de Andrew, como referencias a su salida de la Marina Real. Otros documentos detallan planes para un viaje a Perú en 2002, con solicitudes de Maxwell para presentaciones discretas a “amigos inteligentes, atractivos, divertidos y de buenas familias”.
Estas revelaciones pueden interpretarse de diversas maneras, inocentes o no, y su aparición en los archivos no constituye una prueba de culpabilidad o mala conducta. No obstante, el desafío reside en contextualizar estas piezas aparentemente aleatorias.
El correo electrónico de “A” fue enviado cinco meses después de que Virginia Giuffre afirmara haber sido obligada a tener relaciones sexuales con el entonces Príncipe Andrew en Londres, en la casa de Maxwell. Andrew siempre ha negado firmemente estas acusaciones y cualquier irregularidad relacionada con sus vínculos con Epstein.
En abril de 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos solicitó formalmente al gobierno británico que ayudara a obtener el testimonio de Andrew en casos relacionados con Epstein, incluso solicitando que se le obligara a declarar si no lo hacía voluntariamente. También se solicitaron detalles sobre posibles pagos financieros entre Andrew y Epstein, o entre ellos y mujeres asociadas a Maxwell.
La respuesta a esta solicitud, que llegó en plena pandemia de Covid-19, aún está pendiente de esclarecerse.
Los archivos de Epstein ya han causado vergüenza a Andrew, con la publicación de una imagen de él recostado sobre las piernas de varias personas en lo que se cree es el salón de Sandringham, con Maxwell en el fondo. Una imagen que, irónicamente, podría ser difícil de olvidar para la familia real durante las festividades navideñas.
Para Andrew, las noticias siguen siendo negativas, en una espiral descendente que parece no tener fin. Un año atrás, ya se especulaba sobre su futuro tras un escándalo relacionado con un presunto espía chino, pero nadie podía prever la magnitud de su caída en desgracia, incluyendo la pérdida de sus títulos y su estatus de príncipe.
El próximo año, el Comité de Cuentas Públicas investigará sus finanzas y el contrato de arrendamiento de su propiedad de la Corona. Y, quién sabe, cuántas más revelaciones podrían surgir de esta vasta colección de documentos de Epstein.
