Un análisis de imágenes de resonancia magnética revela que el virus COVID-19 deja una huella imborrable en el cerebro, con efectos que persisten incluso después de la recuperación completa.
Un estudio reciente, llevado a cabo por científicos de la Universidad Griffith en Australia y publicado en la revista Brain, Behavior, & Immunity Health, demuestra que el COVID-19 no solo afecta al sistema respiratorio, sino que también impacta significativamente en el cerebro. Este impacto se observa incluso en personas que se consideran completamente recuperadas, incluso si no presentan síntomas evidentes.
El Dr. Kieran Talay, investigador principal del estudio, explicó que su equipo utilizó técnicas de resonancia magnética multimodal para examinar la materia gris y blanca del cerebro, áreas cruciales para la memoria, las funciones cognitivas y la salud cerebral en general. Los investigadores encontraron diferencias notables en los tejidos cerebrales, los neurotransmisores, la intensidad de la señal y la estructura del tejido en personas recuperadas de COVID-19, incluso en casos considerados leves.
Talay añadió: “Se encontró que los cambios en los tejidos cerebrales están fuertemente relacionados con la gravedad de los síntomas”, lo que podría explicar problemas cognitivos a largo plazo, como el deterioro de la memoria y la concentración, que pueden persistir durante meses o incluso años después de la infección.
Estos hallazgos sugieren consecuencias neurológicas a largo plazo del virus, lo que también ha sido confirmado por la Organización Mundial de la Salud, que recientemente declaró que los síntomas prolongados después de la COVID-19 siguen siendo un problema grave que afecta a un gran número de personas.
