Hace casi un año que acudo a clínicas de fertilidad, y lo más frecuente es, sin duda, la espera. Esperar el ciclo menstrual, el turno de atención en la clínica y, sobre todo, la llegada de buenas noticias.
La espera del ciclo menstrual exige mucha paciencia, especialmente a pacientes como yo, con síndrome de ovario poliquístico. Los ciclos de tratamiento en una clínica de fertilidad suelen basarse en el ciclo menstrual y la ovulación de la mujer. Sin embargo, quienes tenemos ciclos irregulares, como yo, no podemos reservar con antelación basándonos en la fecha prevista para nuestra próxima menstruación. Si una mujer tiene ciclos regulares de 28 días (4 semanas), puede calcular el día y reservar una cita para visitar la clínica entre el día 2 y el 3 del inicio de su próximo período. En mi caso, por ejemplo, los ciclos varían mucho: de 25 días entre septiembre y octubre a 60 días entre octubre y diciembre. Por eso, simplemente espero el inicio de mi período.
Cuando comienza la menstruación, acudo a la clínica entre el día 2 y el 3 para hacerme una ecografía. Sin embargo, como en la mayoría de los centros, es difícil conseguir una cita el mismo día. Me encantaría que comenzara el lunes para poder ir el martes o el miércoles, pero, a menudo, mi período comienza los viernes o los fines de semana. Si comienza el fin de semana, aún es tolerable, ya que puedo ir el lunes o el martes. Pero lo más complicado es cuando comienza el viernes. Los domingos no hay consultas y los sábados están abarrotados de mujeres trabajadoras (y digo trabajadoras, pero en realidad son la mayoría de las pacientes) que acuden a recibir tratamiento. Es el día más concurrido de la semana y las citas se agotan rápidamente. A veces, solo queda esperar el mismo día, y una vez tuve que llegar a las 7 de la mañana para esperar. Estuve esperando dos horas sin siquiera registrarme en el quiosco de citas, ¡qué tonto!
Así que sigo esperando. No solo yo, sino también otras parejas o personas que acuden solas. Los fines de semana, la mayoría de las parejas esperan juntas, conversando animadamente. Durante la semana, la mayoría de las personas aprovechan el poco tiempo libre que tienen para trabajar en sus portátiles (también he visto a muchas personas revisando su correo electrónico de Outlook) o para atender llamadas de trabajo. A veces, veo a mujeres que acuden solas con un niño de entre 2 y 3 años en un cochecito. Todos dedican tiempo a recibir atención médica, a prepararse para un embarazo, esperando con el mismo anhelo.
Yo, por mi parte, he empezado a llevar libros para leer. Intento evitar mirar el teléfono y mantener la mente despejada, leyendo conscientemente las letras impresas en el papel. Una vez, ya había agotado todas las citas y, al ser viernes antes de un feriado, tuve que esperar mucho tiempo. La enfermera me sugirió que fuera a una cafetería o librería para pasar el rato y me dijo que me contactarían por mensaje o llamada. Así que fui a la librería Kyobo y a una cafetería, leyendo un libro. Terminé el libro y me bebí mi bebida, pero no recibí ninguna llamada. Ese día esperé dos horas y media, la consulta duró solo tres minutos y, cuando salí, todos se estaban preparando para irse. Me sentí tan agotada que no tuve fuerzas para volver a casa y fui a un parque cercano a estar un rato en blanco. Creo que quería sacudirme la frustración de la espera.
La última espera es la de una buena noticia. Antes le tenía miedo a las dos líneas en un test de COVID, pero ahora anhelo desesperadamente las dos líneas en un test de embarazo. Así es como espero ser madre. Me pregunto si veré una línea tenue en el test de embarazo, si no aparece hoy, ¿aparecerá mañana? He usado varios tests. Dicen que uno se vuelve esclavo del test de embarazo. Y como hasta ahora solo he visto una línea en el test, he tenido que someterme a un tratamiento de fertilización in vitro. Todavía no he tenido mi primera implantación, por lo que es demasiado pronto para decir si el tratamiento de fertilización in vitro tendrá éxito o no. Sin embargo, al ver a mi alrededor a otras personas, me siento profundamente conmovida y las consuelo en silencio. Mujeres que se someten a su enésimo intento, quienes se preparan para empezar de nuevo este mes, o quienes han perdido a sus bebés prematuramente… Esperamos, rezamos y aguardamos con esperanza.
Quizás, de alguna manera, me esté preparando para ser una mejor madre desde ahora. Los tiempos que se me presentan son para cultivar la paciencia y madurar mi ser frágil e inseguro. Creo que es un tiempo necesario para aprender a disfrutar del proceso y obtener sabiduría, en lugar de luchar contra la espera.
Así que espero con ansias el inicio de mi período en diciembre en las próximas dos semanas. No llegará más rápido solo porque me apresure, y lo que no es mío no se convertirá repentinamente en mío. Debo respirar hondo y esperar mi momento.
