La Dra. Nadezhda Chernisheva, internista y experta en nutrición, explica que la fiebre sin tos ni secreción nasal no siempre indica una enfermedad. En ocasiones, puede ser una respuesta natural al estrés o al agotamiento.
La especialista señala que la fiebre suele acompañar a enfermedades infecciosas virales o bacterianas, como resfriados, faringitis, infecciones respiratorias, infecciones de riñón o infecciones del tracto urinario. Sin embargo, también puede presentarse sin síntomas claros, lo que no necesariamente indica una enfermedad específica.
Según la Dra. Chernisheva, la elevación de la temperatura corporal puede ayudar al organismo a combatir la infección, ya que “muchos microorganismos y virus mueren a temperaturas superiores a 38 grados Celsius”. Además, la fiebre estimula las respuestas inmunitarias, promoviendo la producción de proteínas de inmunoglobulina y activando la inmunidad celular.
La experta añade que la fiebre que no va acompañada de otros síntomas puede estar relacionada con el estrés, la fatiga, la falta de sueño o la tensión psicológica. También señala que los niños son más propensos a experimentar fluctuaciones de temperatura debido a la inmadurez de su sistema térmico.
El reposo puede ser suficiente si la temperatura no supera los 37.5 grados Celsius y la causa es el agotamiento o el estrés. No obstante, si la temperatura persiste por encima de los 38 grados Celsius durante más de tres días, o por encima de 37.5 grados Celsius durante una semana, se recomienda consultar a un médico para determinar la causa.
La Dra. Chernisheva advierte que la fiebre prolongada o injustificada podría estar asociada a procesos inflamatorios crónicos, disfunción tiroidea o incluso cáncer, enfatizando la importancia de buscar la opinión de un especialista en caso de persistencia. (Russia Today)
