La medianoche del 31 de diciembre fue testigo de una escena inusual en la frontera entre Países Bajos y Alemania. Miles de neerlandeses se congregaron en las tiendas de fuegos artificiales alemanas, buscando adquirir productos que, presumiblemente, no están disponibles o son más restrictivos en su propio país.
La gran afluencia de público provocó que los estantes se vaciaran rápidamente, evidenciando la alta demanda de fuegos artificiales por parte de los compradores holandeses. La situación demuestra el atractivo de cruzar la frontera en busca de opciones más amplias para celebrar la llegada del Año Nuevo.
Aunque no se especifican detalles sobre la cantidad de fuegos artificiales vendidos o el impacto económico de esta afluencia masiva, el evento resalta la popularidad de los espectáculos pirotécnicos para celebrar el fin de año y la disposición de los consumidores a desplazarse para obtener los productos deseados.
