Durante la menopausia, muchas mujeres experimentan un aumento de peso, a menudo concentrado en la zona abdominal, lo que se conoce popularmente como “vientre menopáusico”. Este cambio no es simplemente una cuestión de hábitos alimenticios o falta de ejercicio, sino que está estrechamente ligado a las fluctuaciones hormonales que ocurren durante esta etapa de la vida.
La disminución de los niveles de estrógeno influye en la distribución de la grasa corporal. Antes de la menopausia, la grasa tiende a acumularse en las caderas y los muslos. Sin embargo, con la disminución de estrógeno, el cuerpo comienza a almacenar más grasa en el abdomen, una zona metabólicamente más activa que está asociada a un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y otros problemas de salud.
Además de los cambios hormonales, la pérdida de masa muscular que suele ocurrir con la edad también contribuye al aumento de peso. La masa muscular es metabólicamente activa, lo que significa que quema calorías incluso en reposo. A medida que se pierde masa muscular, el metabolismo se ralentiza, lo que facilita el aumento de peso.
Otros factores que pueden influir en el aumento de peso durante la menopausia incluyen los cambios en el estilo de vida, como la disminución de la actividad física y los cambios en la dieta. El estrés y la falta de sueño también pueden desempeñar un papel importante.
Si bien el aumento de peso durante la menopausia es común, no es inevitable. Adoptar un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada, ejercicio regular y un buen manejo del estrés puede ayudar a controlar el peso y reducir el riesgo de complicaciones de salud.
