El inicio de mi camino hacia la pérdida de peso no estuvo marcado por una ruptura sentimental, el deseo de correr un maratón o una resolución de Año Nuevo. Comenzó con Haruki Murakami.
En el verano de 2024, medía 1 metro con 57 centímetros (5 pies, 2 pulgadas) y pesaba 103 kilogramos (227 libras). A los 34 años, ya poco me sorprendía de mi cuerpo. Como a menudo sucede con los libros, que parecen llegar cuando más se necesitan, ese verano leí las memorias de Murakami, “Novelist as a Vocation” (El novelista como vocación). En el ensayo “A Completely Personal and Physical Occupation” (Una ocupación completamente personal y física), Murakami escribe: “Una vez, en una entrevista con un joven escritor, declaré que ‘una vez que un escritor engorda, se acabó’. Esto fue un poco hiperbólico y, por supuesto, hay excepciones, pero creo que en general es cierto. Ya sea grasa física real o grasa metafórica”.
