La acidez estomacal, o reflujo ácido, es una molestia común y una fuente temporal de incomodidad. Sin embargo, en algunas personas, la acidez crónica puede llevar a condiciones más graves, incluso a lesiones precancerosas, según informa el sitio web Fox News.
De acuerdo con expertos médicos, alrededor del 10% de las personas que padecen enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) crónico desarrollarán esófago de Barrett, una condición en la que el revestimiento inferior del esófago es reemplazado por células anormales que son más susceptibles al cáncer. Algunos estudios indican que entre el 3% y el 13% de las personas con esófago de Barrett eventualmente desarrollarán cáncer, aunque la mayoría no lo hará.
¿Cuándo es peligroso el reflujo ácido?
En el caso del reflujo, el peligro no reside en la sensación de ardor en el pecho o la garganta, sino en el flujo constante de ácido en dirección incorrecta. En la mayoría de las personas, el esfínter esofágico inferior, conocido como la “puerta del ácido”, mantiene el ácido en el estómago, que está recubierto por una capa gruesa de moco y células especializadas diseñadas para protegerlo.
Pero cuando esta “puerta” se debilita, se relaja o permanece ligeramente abierta, el ácido se filtra hacia el esófago. Esta debilidad puede ser causada por la deficiencia de magnesio, el estrés severo, la falta de sueño, la deshidratación y el consumo de refrigerios tardíos, factores que pueden obstaculizar la digestión adecuada. Según los expertos, cuando el ácido llega al esófago, irrita los tejidos que no están diseñados para soportarlo, lo que puede provocar la erosión del revestimiento, la inflamación y la alteración de las células, un cambio conocido como metaplasia o esófago de Barrett.
Una vez que las células comienzan a cambiar, aumenta el riesgo de otras mutaciones. Si este proceso continúa, puede evolucionar a displasia, la etapa que precede directamente al cáncer de esófago.
Los expertos señalan que los hombres son más propensos a este riesgo, ya que consumen magnesio más rápidamente, tienden a acumular más grasa visceral que presiona el estómago y consumen comidas pesadas y refrigerios nocturnos. Todos estos factores debilitan la barrera ácida e interfieren con la digestión adecuada.
Señales de advertencia
Existen algunas señales de advertencia que indican que el reflujo ácido ha superado el nivel de una molestia ocasional y se ha convertido en una condición crónica y persistente, tales como:
- Acidez estomacal que se vuelve más frecuente o intensa.
- Sensación de acidez estomacal incluso cuando no ha comido.
- Dificultad para tragar y sensación de que los alimentos se “quedan atascados”.
- Ronquera crónica.
- Tos persistente.
- Limpieza frecuente de la garganta.
- Sensación de tener un bulto en la garganta.
- Presencia de úlceras en la garganta o la boca.
3 formas principales de prevenir el reflujo
Los siguientes pasos básicos son esenciales para prevenir el reflujo esofágico y mejorar la salud digestiva:
Número 1: Siga la regla de las tres horas
Deje de comer tres horas antes de acostarse. Cuando come tarde, el estómago no vacía su contenido, se acumula presión y las válvulas del esófago se relajan, lo que permite que el ácido suba al esófago mientras duerme.
Número 2: Fortalezca la puerta del ácido
Cuando el ácido estomacal es bajo, el esfínter esofágico inferior pierde fuerza, permitiendo que el ácido suba en lugar de permanecer en el estómago. La forma más rápida de estrechar esta puerta es consumir grandes cantidades de alimentos ricos en magnesio, como aguacate, espinacas, semillas de calabaza, semillas de chía, quinua y almendras, y considerar agregar un suplemento de magnesio.
Número 3: Elimine o neutralice los desencadenantes diarios
La forma más rápida de proteger el esófago es eliminar los alimentos y hábitos que debilitan la barrera ácida y empujan el ácido en la dirección incorrecta o neutralizarlos.
Para las personas que no pueden eliminar por completo estos desencadenantes, algunos hábitos pueden ayudar a neutralizar su efecto al reducir la fuerza del ácido y su presión antes de que llegue al esófago, bebiendo la mayor parte del agua temprano en el día, ya que beber grandes cantidades de agua por la noche expande el estómago y relaja la barrera ácida, lo que facilita que el ácido fluya en la dirección incorrecta una vez que se acuesta. También se recomienda reducir el consumo de alcohol y cafeína, ya que ambos relajan la acidez estomacal de inmediato.
Otros desencadenantes clave que alimentan el ciclo del reflujo incluyen el chocolate, los alimentos picantes, el ajo, la cebolla, el azúcar, los alimentos ultraprocesados y las comidas nocturnas pesadas, ya que estos alimentos y hábitos debilitan el esfínter esofágico inferior, aumentan la inflamación y elevan la presión en el esófago superior. Así, una simple acidez estomacal puede convertirse en reflujo crónico y, lentamente, causar un tipo de daño que expone al esófago al riesgo de cáncer.
