El sistema inmunitario envejece de forma silenciosa, sin presentar síntomas concretos, pero su deterioro se manifiesta cuando las infecciones tardan más en desaparecer, las vacunas ofrecen menor protección o el cáncer encuentra menos resistencia. Durante años, la ciencia de la longevidad ha buscado frenar este proceso y devolver al sistema inmunitario la agilidad de la juventud. Ahora, un equipo del MIT y del Broad Institute propone una estrategia innovadora: no rejuvenecer directamente el sistema inmune, sino enseñar al cuerpo a producir, de manera temporal, una versión más joven de sí mismo.
El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, se centra en el timo, un pequeño órgano ubicado frente al corazón que actúa como centro de entrenamiento para los linfocitos T, células clave en el reconocimiento y eliminación de amenazas. En este órgano, los linfocitos se preparan y se seleccionan para formar una defensa inmunitaria diversa y eficaz. Sin embargo, el timo comienza a deteriorarse temprano en la vida adulta, reduciéndose progresivamente y quedando prácticamente inactivo hacia los 75 años.
“A medida que envejecemos, el sistema inmunitario comienza a deteriorarse”, explica Mirco Friedrich, autor principal del estudio. La pregunta, según él, no era cómo revertir completamente este proceso, sino cómo prolongar la protección inmunitaria durante más tiempo.
La respuesta del equipo ha sido poco convencional. En lugar de intentar reactivar el timo envejecido o saturar el organismo con factores inmunológicos –una estrategia con riesgos y efectos secundarios–, optaron por una solución de ingeniería biológica. “Nuestro enfoque es más bien sintético”, señala Feng Zhang, coautor del estudio.
La idea principal es diseñar el cuerpo para que imite, durante un tiempo limitado, las señales que emite un timo joven. Para ello, eligieron el hígado como órgano encargado de asumir este papel, debido a su capacidad para producir grandes cantidades de proteínas incluso en la edad avanzada y su fácil acceso para terapias basadas en ARN mensajero.
Para lograrlo, los investigadores diseñaron nanopartículas lipídicas cargadas con mRNA que codifica tres factores esenciales para la supervivencia y maduración de los linfocitos T: DLL1, FLT-3 e IL-7. Tras la inyección, estas partículas se acumulan en el hígado, donde las células comienzan a producir señales similares a las del timo.
Los resultados obtenidos en ratones envejecidos –equivalentes a humanos de unos 50 años– fueron notables. Después de varias semanas de tratamiento, se observó un aumento tanto en el número como en la diversidad de los linfocitos T. El sistema inmunitario no solo parecía más joven, sino también más flexible y capaz de responder a una mayor variedad de amenazas. Esta mejora se reflejó en la respuesta a las vacunas: los ratones tratados duplicaron la cantidad de linfocitos T citotóxicos específicos tras recibir una vacuna experimental, en comparación con los animales de la misma edad que no recibieron el tratamiento.
El efecto fue aún más evidente en la lucha contra el cáncer. Combinada con una inmunoterapia que libera los frenos del sistema inmunitario, la estrategia permitió que los ratones tratados vivieran más tiempo y mostraran mayores tasas de supervivencia en comparación con aquellos que solo recibieron el fármaco antitumoral. Es importante destacar que ninguno de los tres factores actuó por sí solo; únicamente al trabajar en conjunto lograron recrear, de forma transitoria, un entorno similar al de un timo joven.
El estudio no promete juventud eterna ni inmunidad absoluta, pero sugiere que parte del declive del sistema inmunitario podría no ser irreversible. “Si podemos restaurar algo tan esencial como el sistema inmunitario, quizá podamos ayudar a las personas a mantenerse libres de enfermedades durante una mayor parte de su vida”, concluye Zhang. La clave reside en que el efecto es temporal y controlable, ya que el ARN mensajero se degrada rápidamente, lo que permite ajustar la duración del tratamiento y minimizar los riesgos a largo plazo.
Aún quedan muchas preguntas por responder. El equipo planea probar esta estrategia en otros modelos animales y estudiar su impacto en otras células inmunes, como los linfocitos B. Sin embargo, la idea ya está planteada: tal vez, en lugar de combatir el envejecimiento célula a célula, el futuro de la inmunología pase por enseñar al cuerpo a recrear, aunque sea por un tiempo, las señales perdidas de su propia juventud inmunológica.
Por María Jimena Delgado Díaz
