Janet Murray, quien comenzó su carrera como ayudante de cocina en un comedor escolar antes de dedicarse a la enseñanza hace más de 20 años, afirma amar su trabajo en una escuela cercana a su hogar en Swansea. Sin embargo, a pesar de la evolución de sus funciones, las condiciones salariales y laborales no han seguido el mismo camino.
En sus inicios, su labor se centraba en leer con los alumnos y ayudar al profesor con la preparación de las clases. Hoy en día, su rol es más especializado, brindando apoyo a niños con necesidades adicionales e incluso supliendo al maestro en algunas ocasiones.
“Hemos adquirido mucha más habilidad; nuestra experiencia, nuestro conocimiento y nuestra continuidad con los niños se han vuelto mucho más importantes”, explica Murray.
La pandemia de Covid-19 ha intensificado las necesidades de los niños y, por ende, las exigencias del trabajo, con alumnos que muestran mayor ansiedad y dificultades de socialización. “Vivimos en las comunidades donde trabajamos, a menudo son nuestros propios hijos, nuestra comunidad, y es importante que estemos ahí para apoyarlos”, añade.
Murray considera que su papel es “más importante que nunca”, pero califica el salario de “escandaloso”. “Creo que la gente se sorprendería al saber lo bajos que son los sueldos”, afirma.
Criar a su hija con sus ingresos ha sido “difícil” a lo largo de los años, y ha tenido que recurrir a ayudas sociales para llegar a fin de mes, según relata.
Datos de una encuesta realizada por Unison en 2024 revelan que el rango salarial más común para el personal de apoyo escolar se sitúa entre 1.200 y 1.399 libras esterlinas al mes.
Los asistentes de enseñanza generalmente solo reciben pago durante el período escolar, y los sindicatos llevan tiempo argumentando que deberían cobrar durante todo el año, al igual que otros empleados de la escuela, ya que sus ingresos son inferiores a los de un trabajo a tiempo completo con el salario mínimo.
