La mayor luna de Saturno, Titán, podría no tener un océano subterráneo después de todo.
Así lo sugiere una reevaluación de datos capturados por la nave espacial Cassini de la NASA, que orbitó Titán docenas de veces a partir de 2004. Para 2008, toda la evidencia apuntaba a la existencia de un océano subterráneo de agua líquida bajo la corteza geológicamente compleja de Titán. Sin embargo, el análisis más reciente indica que el interior probablemente esté compuesto de hielo y una mezcla pastosa, aunque con bolsas de agua caliente que circulan desde el núcleo hasta la superficie.
Esta conclusión reescribe la historia geológica de uno de los mundos más intrigantes del Sistema Solar, y se ha logrado utilizando únicamente datos preexistentes.
“Esta investigación subraya el poder de los datos planetarios archivados. Es importante recordar que los datos que recopilan estas increíbles naves espaciales perduran, permitiendo realizar descubrimientos años, o incluso décadas, después a medida que las técnicas de análisis se vuelven más sofisticadas”, declaró Julie Castillo-Rogez del Laboratorio de Propulsión a Chorro en un comunicado de prensa. “Es un regalo que sigue dando.”
En 2008, la evidencia de un océano subterráneo provenía de mediciones de la flexión de marea. A medida que Titán orbita Saturno, el gigante gaseoso lo atrae (de la misma manera que nuestra Luna atrae a la Tierra), estirándolo y comprimiéndolo, distorsionando su forma y, por lo tanto, su campo gravitatorio. Cassini pudo ‘sentir’ estas perturbaciones durante los sobrevuelos. Los cambios gravitacionales afectaron la velocidad de la nave espacial, y los científicos pudieron cuantificar esto midiendo el desplazamiento Doppler de las señales de radio entre Cassini y la Tierra.
En aquel entonces, el consenso era que los efectos de las mareas eran tan fuertes que el calor producido debía mantener un océano interior líquido, y que ese océano líquido, a su vez, permitía una mayor flexión de lo que podría un interior sólido de hielo.
*Mosaic image of Titan’s polar methane lakes, from Cassini radar data. NASA / JPL-Caltech / Italian Space Agency*
En el nuevo análisis, publicado el 17 de diciembre de 2025, una explicación alternativa para la flexibilidad de Titán se presenta en forma de una mezcla pastosa de hielo y agua, en lugar de solo agua. En este escenario, los investigadores esperarían observar una mayor disipación de energía en el campo gravitatorio de la luna, y eso es exactamente lo que encontraron los investigadores del JPL al utilizar una nueva técnica para eliminar el ruido de los datos Doppler de Cassini. La mezcla pastosa aún permitiría que la luna se flexione, pero también eliminaría parte del calor, evitando así que se derrita en un océano completamente líquido.
Para los científicos interesados en encontrar signos de vida orgánica en Titán, este nuevo resultado no es necesariamente un revés. De hecho, sugiere un ciclo en el que bolsas de agua caliente cerca del núcleo rocoso circulan hacia la superficie, trayendo consigo minerales vitales a la corteza rica en hidrocarburos.
“Aunque Titán podría no tener un océano global, esto no excluye su potencial para albergar formas de vida básicas, asumiendo que la vida pudiera formarse en Titán. De hecho, creo que esto hace que Titán sea aún más interesante”, dijo Flavio Petricca, investigador postdoctoral del JPL. “Nuestro análisis muestra que debería haber bolsas de agua líquida, posiblemente a una temperatura de hasta 20 grados Celsius (68 grados Fahrenheit), que transporten nutrientes desde el núcleo rocoso de la luna a través de capas pastosas de hielo de alta presión hasta una capa de hielo sólida en la superficie.”
Es probable que Titán siga siendo el centro de atención en el futuro previsible. Su densa atmósfera y sus vastos lagos superficiales de metano líquido lo convierten en uno de los cuerpos más extraordinarios de nuestro sistema solar. Se espera que una próxima misión de la NASA con un rotorcraft, Dragonfly, sea lanzada a Titán alrededor de 2028.
Leer el artículo: Flavio Petricca et al. “Titan’s strong tidal dissipation precludes a subsurface ocean.” Nature 2025.
