En el contexto de las regulaciones actuales sobre transferencias, se plantea la necesidad de que estas se asemejen a las normas existentes en el fútbol. La lógica subyacente es que, si una institución desea adquirir un jugador (en este caso, refiriéndose a atletas en un contexto académico), debe realizar un pago a la escuela o institución de origen.
Esta propuesta implica que, para acceder a un talento específico, se requeriría una compensación económica a la entidad que lo ha desarrollado. El principio fundamental es que la adquisición de un atleta conlleva un costo, similar a como funciona en el mercado de fichajes del fútbol profesional.
