En los últimos días, se habló de una especie de “Grinch” (antagonista de Papá Noel, es decir, alguien que odia la Navidad) en Oria. Sin embargo, del mismo pueblo llega una historia muy diferente: un hombre, empleado de un conocido bar, el Bar Kenya, encontró en la calle una busta de plástico que contenía 980 euros en efectivo. Una suma considerable, especialmente en vísperas de Navidad, cuando hay que hacer regalos. El hombre no lo dudó y se dirigió inmediatamente a la estación de los Carabinieri y luego al cuartel de la policía local para entregar el dinero.
El gesto del camarero
Inicialmente, el mariscal jefe Angelo Libardi y luego la comisaria Maria Teresa Saracino apenas podían creer lo que veían: ¿quién es este ciudadano tan honesto? Simple: era Gian Gabriele, un camarero histórico de la plaza Manfredi y, sobre todo, una persona muy honesta. El dinero lo había perdido un profesional, igualmente honesto, de Oria: el arquitecto Alessio Carbone (anteriormente concejal). Ese dinero, completamente legal, estaba destinado a pagar en parte a algunos trabajadores por su trabajo realizado y era importante que se les entregara en vísperas de Navidad.
Un detalle curioso, si se puede llamar así, es que el hallazgo, realizado por una persona muy honesta, tuvo lugar cerca de la plaza Lama, precisamente en el lugar donde recientemente se produjo un asalto a un cajero automático por parte de la “Banda della Marmotta” y el robo (resuelto) de un árbol de Navidad a un negocio.
Cuando la persona que había perdido el dinero fue a denunciar la pérdida y el posible robo, se dio cuenta de que el dinero ya había sido entregado a los Carabinieri, quienes le aconsejaron que informara a la policía local. El final fue feliz: una vez confirmada la absoluta fiabilidad tanto de quien había perdido el dinero como de quien lo había encontrado, sin riesgo de posibles juegos criminales, el sobre volvió a manos de su legítimo propietario, o mejor dicho, de los legítimos propietarios. Es decir, aquellos que, como el empleado del bar, se esfuerzan de la mañana a la noche para recibir esa pequeña pero importante paga. Porque precisamente de eso se trataba: un trabajador humilde y honesto, sin saberlo, acudió en ayuda de otros compañeros de trabajo igualmente humildes y honestos.
Una historia que, después de las múltiples vicisitudes del período, devuelve la dignidad y el orgullo a toda una comunidad, la de Oria, que no merece ser etiquetada negativamente. Es singular y simbólico que un gesto así se haya manifestado con Gian Gabriele, un fiel “escudero” del difunto Mario Ferretti De Virgilis, fundador del Bar Kenya, en el corazón de Oria, una persona honesta que confió en él y le dio su confianza. La pureza de un gesto y una formación genuina que pueden servir hoy como ejemplo concreto.
