Los libros de historia la denominan el reloj de oro, o Marie Antoinette. Encargado para la reina –por un comitente desconocido– a Abraham-Louis Breguet en 1783, esta pieza de 60 milímetros de diámetro, engastada con zafiros y con una caja de oro de 18 quilates, es uno de los primeros relojes-joya conocidos en el mundo. La soberana nunca llegó a disfrutarlo: fue decapitada en 1792, mucho antes de que la obra se terminara, en 1802. Su historia no termina ahí: en 1983, el reloj fue robado del Museo de Arte Islámico de Jerusalén, antes de ser recuperado en 2007 –el ladrón confesando su fechoría a su esposa en su lecho de muerte– y regresar a su vitrina (mejor) protegida.
Los relojes-joya, con sus piedras y metales preciosos, siempre han desempeñado un papel de ostentación y poder. Y es en el diseño y el estilo donde estos relojes realmente destacan. Las casas relojeras, que a menudo también son joyeras, compiten en ingenio en este ejercicio. En Chopard, la colección L’Heure du Diamant, lanzada en 2012, se enriquece con nuevos modelos de joyería que dan la hora este invierno.
¿La particularidad de esta gama? La luneta de los relojes está completamente engastada con diamantes talla marquesa –son alargados y sus extremos son puntiagudos–. Las esferas están hechas de nácar blanco o en un vidrio aventurino que revela una superficie azul constelada de brillos. Las pulseras flexibles, por su parte, están talladas en oro blanco o rosa, que reproducen fielmente la apariencia de la corteza de los árboles.
También hay diamantes en Chaumet, que continúa enriqueciendo su gama dedicada a la emperatriz Josefina, una de las primeras grandes clientas de la casa, fundada en 1780 por el orfebre y joyero francés Marie-Etienne Nitot. Creado en 2021, el reloj Joséphine Aigrette, con su caja alargada en forma de pera, un guiño a la talla de diamantes favorita de la Emperatriz, gana este año una nueva declinación. Su esfera, originalmente de nácar blanco, se ofrece ahora en un azul soleado, mientras que la luneta sigue engastada con 62 diamantes talla brillante.
Evolucionar una pieza emblemática de su catálogo es también la estrategia de Bulgari, que revisita este año su creación más icónica –el modelo Serpenti, creado en 1948–, en una nueva joya relojera. Popularizado por Elizabeth Taylor en Cleopatra (1963), la película de Joseph L. Mankiewicz, este brazalete-reloj serpiente que se enrolla alrededor de la muñeca regresa en una versión depurada, pero siempre reconocible.
Brazalete rígido y cabeza de serpiente
«Quería capturar el ADN de Serpenti, concentrarlo y proyectarlo hacia el futuro. Me gusta diseñar con un estilo contemporáneo, con pocos elementos decorativos», detalla Fabrizio Buonamassa Stigliani, director de la creación artística relojera de Bulgari. Aquí, el brazalete es rígido y forma un brazalete, terminando en el casi encuentro de la cabeza de la serpiente con el extremo de su cuerpo. Todo está en oro rosa o oro blanco, engastado con diamantes redondos. La esfera también está pavimentada con diamantes.
Pero los diamantes no son las únicas gemas preciosas que adornan los relojes-joya. En Cartier, el emblemático Baignoire, nacido en 1912 y reconocible por su caja ovalada, muestra nuevas facetas. En 2022, se introdujo una versión con un brazalete rígido. Aquí está de nuevo, adornada con sus mejores galas, en particular en un modelo que mezcla alegremente 170 diamantes, 58 zafiros, 54 esmeraldas y 16 aguamarinas en su luneta, en una acumulación de niveles hipnótica a la vista. En su esfera, 262 diamantes talla brillante engastados en nieve.
Una hábil mezcla de piedras que también se encuentra en Vacheron Constantin, en tres nuevas declinaciones de la Grand Lady Kalla, reloj-joya lanzado en 2024, cuya estructura recuerda las líneas geométricas del movimiento artístico Art Déco. También está inspirado en una pieza de archivo creada por la casa en 1979. En las nuevas propuestas recientemente reveladas, el oro blanco se asocia con diamantes blancos, y luego, a elección, con esmeraldas verdes, rubíes rojos o zafiros azules. Además, este guardatiempo es transformable y se puede llevar de diferentes maneras, en la muñeca o como un collar alrededor del cuello.
En Van Cleef & Arpels, la joya a veces supera a la función horológica. Este es el caso de la nueva declinación de la Sweet Alhambra. Este delicado reloj retoma el motivo característico de la casa, el trébol de cuatro hojas creado en 1968, en una pulsera flexible en la que uno de los tréboles indica la hora. Formado en oro blanco, este último alterna diamantes, piedras de calcedonia azul y un motivo guilloché.
Pero para brillar con mil luces en sociedad –o en cualquier otro lugar–, no siempre es necesario lucir gemas extraordinarias. Poiray propone, de hecho, una pieza sin piedras preciosas, pero que no pasa desapercibida. El modelo Ma Première, identificable por su caja rectangular y lanzado inicialmente en 2014, regresa esta temporada con una esfera negra lacada, pero sobre todo con diferentes pulseras intercambiables –de acero, de cuero…–, incluida una con barniz brillante multicolor. Como un puñado de confeti en la muñeca.
