La órbita terrestre se está congestionando, y de forma peligrosa. Durante las últimas décadas, miles de satélites, etapas de cohetes gastadas, fragmentos de explosiones y colisiones, e incluso diminutas virutas de pintura, se han acumulado alrededor de nuestro planeta.
Según las agencias espaciales, existen más de un millón de piezas de escombros de más de 1 cm en órbita, cada una de ellas capaz de dañar o destruir una nave espacial funcional si es impactada a velocidades orbitales de hasta 28.000 km/h.
Sin tomar medidas, esta acumulación corre el riesgo de desencadenar colisiones en cascada, un escenario conocido como el Síndrome de Kessler, que podría hacer que regiones orbitales vitales sean cada vez más inutilizables para las comunicaciones, la observación de la Tierra, la investigación científica y los vuelos espaciales tripulados.
El marco internacional: Directrices, acuerdos y políticas coordinadas
El problema de los desechos espaciales es inherentemente global y transnacional: los desechos generados por una nación pueden poner en peligro a los satélites operados por otra.
En respuesta, un marco internacional de directrices y organismos de cooperación ha crecido en las últimas tres décadas.
El Comité Interagencial de Coordinación de Desechos Espaciales (IADC), que comprende 13 agencias espaciales y miembros asociados, ha producido estándares de mitigación ampliamente reconocidos que recomiendan prácticas de reducción de desechos a lo largo del ciclo de vida de las naves espaciales y las etapas de los cohetes.
Además, las Directrices de la ONU para la Sostenibilidad a Largo Plazo de las Actividades Espaciales, aunque son voluntarias, unen a los estados espaciales en torno a principios fundamentales como evitar la liberación de objetos relacionados con la misión y planificar la eliminación al final de la vida útil de los satélites. Estas normas de derecho blando ayudan a dar forma a las regulaciones nacionales y a las prácticas de la industria.
La Carta Cero Desechos de la Agencia Espacial Europea (ESA), firmada por más de 40 organizaciones, extiende aún más esta cooperación, fomentando un compromiso compartido para reducir la generación de desechos y la búsqueda de operaciones sostenibles.
Misiones pioneras de eliminación de desechos espaciales
Los esfuerzos internacionales y comerciales finalmente están pasando de la mitigación a la eliminación activa de desechos (ADR): las tecnologías necesarias para limpiar físicamente los objetos de la órbita.
Uno de los esfuerzos más destacados es ClearSpace-1, una misión de la ESA que está programada para lanzarse a finales de esta década. Su objetivo es encontrarse con y retirar un adaptador de carga defectuoso de la órbita utilizando una nave espacial de servicio equipada con brazos robóticos, demostrando la tecnología de encuentro, captura y desorbitación.
Junto con ClearSpace-1, demostradores tecnológicos como RemoveDEBRIS, un proyecto colaborativo de la Universidad de Surrey y la Comisión Europea, han probado con éxito redes, arpones y velas de arrastre desplegables para capturar y desorbitar objetivos de prueba, avanzando en las técnicas esenciales de ADR.
También están progresando las empresas comerciales. Por ejemplo, la misión ADRAS-J de Astroscale, como parte de la demostración comercial japonesa de eliminación de desechos, está a punto de acercarse e inspeccionar el cuerpo de una etapa superior de un cohete en órbita, allanando el camino para futuros servicios de captura y desorbitación.
Estrategias nacionales y hojas de ruta de las agencias espaciales
Las naciones y las agencias espaciales individuales están fortaleciendo sus marcos estratégicos para abordar los riesgos de los desechos:
- La NASA ha sido durante mucho tiempo una defensora de la mitigación y la investigación de los desechos espaciales, actualizando periódicamente sus modelos de entorno de desechos y proponiendo nuevas vías de remediación que incluyen empujar objetos grandes para reducir el riesgo de colisión y eliminar los desechos pequeños con láseres.
- La ESA está persiguiendo un ambicioso enfoque Cero Desechos que tiene como objetivo limitar la futura producción de desechos e integrar la gestión de desechos en el diseño de la misión para 2030, incluida la reducción de la residencia orbital aceptable y el apoyo a las demostraciones de eliminación activa.
- Japón está asumiendo un liderazgo tecnológico y diplomático, explorando marcos regulatorios y construyendo una coalición de naciones para dar forma a las reglas internacionales de eliminación de desechos, con propuestas concretas que se esperan en los foros globales pronto.
Las agencias espaciales nacionales también invierten cada vez más en conciencia de la situación espacial (SSA), que consiste en rastrear y predecir el movimiento de los desechos espaciales, lo cual es vital para evitar colisiones y operar los satélites de forma segura.
Tecnologías de vanguardia: Robótica, láseres y conceptos novedosos de eliminación
Más allá de las misiones actuales, se están explorando tecnologías ambiciosas para ampliar la eliminación de desechos espaciales.
Los sistemas robóticos de encuentro y captura, ya sean redes, garras, imanes o servidores autónomos, se están perfeccionando para garantizar su fiabilidad en el duro entorno orbital.
Se están estudiando las tecnologías láser como una forma de “empujar” suavemente los desechos pequeños hacia órbitas de desintegración sin contacto físico, lo que podría mitigar los riesgos de los fragmentos demasiado pequeños para la captura tradicional.
En cuanto al diseño, las agencias están promoviendo naves espaciales con “diseño para la destrucción” que se desintegran más completamente al reingresar, reduciendo el riesgo de que los desechos supervivientes lleguen a la superficie de la Tierra.
Asociaciones público-privadas y la economía comercial de la limpieza
Abordar los desechos espaciales no es solo una misión pública: el sector privado está respondiendo con soluciones que satisfacen tanto los objetivos de sostenibilidad como los económicos.
Empresas como Astroscale y ClearSpace se están moviendo hacia servicios comerciales de ADR que los operadores de satélites pueden adquirir, creando una industria naciente en torno al servicio en órbita y la sostenibilidad.
Los gobiernos catalizan este ecosistema con iniciativas de financiación y asociaciones que reducen el riesgo del desarrollo tecnológico temprano, mientras que los concursos y los desafíos (como los concursos Detect, Track and Remediate de la NASA) impulsan la innovación en las tecnologías de seguimiento y remediación.
Desafíos por delante
A pesar de los avances, siguen existiendo importantes desafíos. Las operaciones orbitales están regidas por tratados que no abordan explícitamente la propiedad de los desechos espaciales o el consentimiento para su eliminación, lo que crea ambigüedad jurídica para las misiones de ADR que involucran objetos lanzados por otros estados.
Además, el seguimiento del espectro completo de desechos, especialmente los objetos más pequeños de 1 cm, sigue siendo técnicamente difícil, pero esencial para la seguridad.
La coordinación de miles de nuevos lanzamientos de satélites (incluidas las mega-constelaciones) con prácticas de mitigación sólidas requiere normas y mecanismos de aplicación internacionales más sólidos.
Y aunque las demostraciones de ADR son prometedoras, ampliar la eliminación a los volúmenes necesarios para estabilizar el entorno orbital exigirá una inversión sostenida, una propulsión innovadora y una tecnología de encuentro, y una coordinación global.
Un compromiso compartido con un futuro orbital sostenible
El espacio se ha vuelto indispensable para la vida moderna, impulsando las comunicaciones, la navegación, la previsión meteorológica, el descubrimiento científico y mucho más.
Proteger este entorno compartido de la creciente amenaza de los desechos requiere una respuesta global multifacética.
A través de la cooperación internacional, las estrategias nacionales, las tecnologías emergentes y las asociaciones entre gobiernos e industria, el mundo se está moviendo hacia un futuro en el que el espacio se utilice de forma responsable y sostenible, garantizando que las órbitas de la Tierra sigan siendo seguras y accesibles para las generaciones venideras.
