La caries en bebés y niños pequeños sigue siendo un problema de salud pública en España, con una prevalencia que no disminuye al ritmo deseado y que presenta notables diferencias según el contexto socioeconómico. Este problema es complejo y va más allá de las prácticas de higiene bucal, requiriendo un análisis más profundo de los factores que lo impulsan.
Las primeras lesiones cariosas a menudo se presentan en una etapa en la que las familias no consideran necesaria una atención específica a la salud dental de sus hijos. Sin embargo, la evidencia científica actual demuestra que los primeros dientes son fundamentales para el desarrollo oral futuro. A pesar de esto, este mensaje no siempre llega a todas las familias de manera clara y oportuna.
En declaraciones a Dentalia, la periodoncista Beatriz Turégano, colaboradora de Curaprox, señala que “la caries en la primera infancia persiste en España no por falta de campañas educativas, sino porque la educación por sí sola no puede contrarrestar las desigualdades sociales que afectan a muchas familias”.
“Los niños que crecen en entornos con menos recursos económicos o educativos tienen un riesgo claramente mayor de desarrollar enfermedad de caries”
La relación entre el nivel socioeconómico y la salud bucodental infantil está ampliamente documentada. Según la Dra. Turégano, “los niños que crecen en entornos con menos recursos económicos o educativos tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar caries”. Los datos confirman esta tendencia: “Los bebés y niños de familias con menores ingresos presentan casi el doble de caries en dientes de leche que aquellos de familias con mayores ingresos”, y advierte que “esta brecha no solo no se está cerrando, sino que en algunos casos se está ampliando”.
A estas desigualdades se suma un acceso desigual a la atención odontológica, especialmente a la odontopediatría. Las barreras geográficas, económicas y administrativas dificultan que muchas familias accedan a profesionales especializados. “Existen familias que viven lejos de centros especializados, otras que no pueden costear el tratamiento y otras que, por motivos administrativos o culturales, no acuden a revisiones preventivas a edades tempranas”, explica la especialista. Esta situación afecta especialmente a comunidades vulnerables, como “familias migrantes o de la población gitana, que enfrentan mayores dificultades y, por consiguiente, presentan una mayor prevalencia de caries”.
Otro aspecto crítico es el enfoque de las campañas de promoción de la salud bucodental, que a menudo no consideran la realidad cotidiana de las familias. “Es fácil saber que un niño no debe consumir zumos a diario, pero es diferente poder ofrecer alternativas saludables, organizar horarios, supervisar la higiene o encontrar una clínica accesible y actualizada”. Por ello, la experta insiste en que “la educación es útil, pero insuficiente”, y aboga por “políticas que garanticen el acceso universal, programas preventivos desde edades tempranas y apoyo específico para quienes más lo necesitan”.
LA ALIMENTACIÓN, FACTOR CLAVE
La alimentación juega un papel crucial en la aparición temprana de caries, y a menudo no se evalúa correctamente el riesgo que ciertos alimentos representan para el esmalte dental. “Alimentos como galletas, patatas fritas, barritas de cereales y caramelos pegajosos se adhieren a los dientes durante un tiempo prolongado”, explica la Dra. Turégano. Esta permanencia crea un ambiente ácido constante: “Permite que las bacterias fermenten los alimentos y produzcan ácidos que disuelven el esmalte”. En este sentido, recuerda que la American Academy of Pediatrics considera su consumo frecuente entre comidas como un comportamiento de alto riesgo.
“La American Academy of Pediatrics considera su consumo frecuente entre comidas un comportamiento de alto riesgo”
El riesgo no se limita a los azúcares simples. “Los almidones refinados no son tan inofensivos como parecen: la saliva los convierte en azúcares fermentables que se adhieren a los dientes y mantienen un ambiente ácido por más tiempo que el azúcar simple”, explica la experta.
Además de la dieta, uno de los mayores desafíos es la comunicación con las familias. Los padres reciben información, pero no siempre es clara o coherente. La periodoncista señala que “la falta de coherencia entre pediatras, dentistas, enfermeras e incluso entre campañas publicitarias” genera confusión y dificulta la toma de decisiones en el hogar. También existen mensajes clave que llegan tarde o de forma demasiado técnica, como el momento adecuado para iniciar el cepillado: “Lo ideal es comenzar al aparecer el primer diente, pero muchos padres lo descubren cuando el niño ya tiene la mayoría de sus dientes”. Algo similar ocurre con el flúor, un elemento esencial en la prevención de la caries: “La mayoría desconoce que la concentración de flúor es importante y que para prevenir la enfermedad se necesitan pastas dentales con más de 1000 ppm”, explica.
En conclusión, la caries en la primera infancia no es solo una cuestión de higiene o conocimiento, sino un reflejo de las desigualdades sociales, las barreras de acceso y la falta de información completa. Abordar este problema requiere un enfoque integral que combine educación, prevención temprana y políticas que garanticen que todos los niños, independientemente de su origen, tengan las mismas oportunidades de crecer con una boca sana.
*Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
