Pekinas es consciente de que el automóvil moderno puede ser una poderosa herramienta de inteligencia, o incluso un arma, por lo que protege estrictamente su mercado de la tecnología occidental, mientras que Europa aún es indulgente con los productos chinos.
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Protegen su territorio, envían espías al exterior
La mejor evidencia de que el gobierno chino comprende perfectamente los peligros que plantean los automóviles inteligentes es su comportamiento con Tesla. Hasta finales de 2024, a estos vehículos eléctricos estadounidenses se les prohibió estrictamente acercarse a instalaciones militares u edificios gubernamentales.
Solo después de un complejo proceso de verificación y certificación del software, las prohibiciones se suavizaron temporalmente, pero el permiso es válido solo por dos años, después de lo cual la inspección deberá repetirse.
Pekín identifica abiertamente en documentos oficiales a los automóviles inteligentes como una amenaza fundamental para la seguridad nacional, ya que pueden recopilar, almacenar y transmitir datos. Mientras tanto, al exportar sus automóviles a Europa, China se aprovecha silenciosamente del hecho de que no existen salvaguardias similares en el Viejo Continente.
Un espía ideal, vigilando 24 horas al día
El automóvil chino moderno está repleto de cámaras, micrófonos, sensores ultrasónicos, radares y lidars. Lo que para el conductor parece ser una función de comodidad (asistentes de voz, estacionamiento automático, navegación), desde el punto de vista de la inteligencia es una plataforma perfecta para la recopilación de datos.
El informe de OSW destaca que estos automóviles pueden recopilar información sobre infraestructuras críticas, rastrear los movimientos de unidades militares o incluso grabar conversaciones en el habitáculo y recopilar datos biométricos del conductor de forma discreta.
Las leyes chinas establecen claramente que los datos geolocalizados de alta precisión son secretos de estado, por lo que a los fabricantes extranjeros en China se les prohíbe transmitirlos al extranjero. Mientras tanto, los automóviles chinos que circulan por Europa pueden enviar datos a su país de origen casi sin restricciones.
Podrían tomar el control o causar un accidente
La amenaza no se limita al espionaje. Los expertos advierten sobre un escenario aún más grave: convertir el automóvil en un arma.
Dado que muchos sistemas modernos (dirección, frenos) son controlados electrónicamente y tienen una conexión constante a Internet, existe la posibilidad teórica de tomar el control de ellos de forma remota.
Los programadores o los servicios de inteligencia hostiles podrían causar accidentes, bloquear carreteras durante una evacuación masiva o simplemente desactivar miles de automóviles a la vez.
Un ejemplo de esto es el incidente en Rusia, donde una falla en las comunicaciones provocó que muchos automóviles Porsche dejaran de funcionar repentinamente. Esto demostró que el fabricante tiene la capacidad técnica de convertir un automóvil en un montón de chatarra inútil.
Cooperación obligatoria con la inteligencia
Uno de los mayores peligros radica en la base legal china. Según el artículo 7 de la Ley Nacional de Inteligencia, todos los ciudadanos y organizaciones chinos, incluidos los fabricantes de automóviles, deben cooperar con los servicios de inteligencia del estado.
Esto significa que si Pekín exige datos sobre las carreteras de Lituania o las conversaciones de personas específicas, el fabricante no tendrá derecho a negarse. Además, no se descarta la posibilidad de que China comparta esta información con su socio estratégico, Rusia.
Ante estas amenazas, algunos países ya están tomando medidas. Estados Unidos ha impuesto aranceles del 100% a los vehículos eléctricos chinos y planea prohibir por completo el software chino en los automóviles a partir de 2027.
Israel no permite que los automóviles chinos se acerquen a bases militares, y el Ministerio de Defensa del Reino Unido recomienda no hablar de temas delicados en estos vehículos.
Los expertos de OSW instan a Europa a despertar y adoptar las prácticas de China: implementar un estricto sistema de certificación y verificar cada modelo que ingrese al mercado, asegurando que no se convierta en un “caballo de Troya” en nuestras carreteras.

