Alphabet, la matriz de Google, ha anunciado este lunes la adquisición de Intersect, una empresa especializada en centros de datos, por 4.750 millones de dólares en efectivo, incluyendo la asunción de su deuda. El objetivo principal de esta operación es acelerar el despliegue de nuevos centros de datos.
“Intersect nos ayudará a ampliar nuestras capacidades, a operar con mayor agilidad en la construcción de nuevas instalaciones energéticas adaptadas a las crecientes demandas de los centros de datos, y a reimaginar las soluciones energéticas para impulsar la innovación y el liderazgo de Estados Unidos”, declaró Sundar Pichai, CEO de Alphabet.
A pesar de la adquisición, las operaciones de Intersect continuarán funcionando de forma independiente. Google ya poseía una participación minoritaria en la compañía tras una ronda de financiación de 800 millones de dólares, realizada en diciembre pasado en colaboración con TPG Rise Climate. Esta asociación también incluía proyectos de centros de datos con una capacidad de varios gigavatios.
La carrera por la electricidad
Alphabet ha intensificado sus inversiones y alianzas en el sector energético. A principios de mes, la compañía de Mountain View amplió su colaboración con NextEra Energy para construir nuevos centros de datos alimentados por centrales eléctricas. Según datos de Reuters, Google y NextEra disponen de una capacidad de producción de 3,5 gigavatios, suficiente para abastecer a cerca de 2,5 millones de hogares. El gigante tecnológico también está colaborando en proyectos de energía nuclear, como Elementl Power, y en energías renovables: en noviembre, firmó un contrato con la francesa TotalEnergies para el suministro de 1,5 TWh de electricidad procedente de una central solar.
Las grandes empresas tecnológicas están invirtiendo miles de millones de dólares en infraestructuras de inteligencia artificial, especialmente en centros de datos. Sin embargo, el funcionamiento de estas infraestructuras requiere cantidades cada vez mayores de energía, lo que genera preocupación sobre la capacidad de las redes eléctricas estadounidenses para satisfacer la demanda. Los inversores temen posibles cuellos de botella y una sobreinversión en infraestructuras de IA en relación con las capacidades reales. En noviembre, el propio Sundar Pichai advirtió sobre las “inmensas” necesidades energéticas de la IA, que ya representaron el 1,5% del consumo mundial de electricidad el año pasado, según la Agencia Internacional de la Energía. El CEO de Google también señaló que el grupo podría retrasar sus objetivos climáticos debido a estas importantes necesidades energéticas.
Riesgos relacionados con la infraestructura
Más allá de la demanda eléctrica bruta, la IA está reconfigurando la geografía de la energía, concentrando el consumo en pocos puntos donde se ubican los grandes campus de servidores. Estos clústeres, que en ocasiones alcanzan los cientos de megavatios, exigen inversiones masivas en líneas de alta tensión, subestaciones y capacidad de reserva, para evitar la congestión de la red. Esta concentración también hace que los territorios sean más vulnerables: un fallo local, un evento meteorológico extremo o una tensión en el suministro pueden tener efectos multiplicadores en el ecosistema digital y económico circundante.
Para los inversores, el riesgo no es solo tecnológico, sino también de infraestructura. Una parte del valor de las empresas de IA se basa en planes de expansión muy agresivos, que asumen una disponibilidad casi ilimitada de electricidad barata y descarbonizada. Si esta hipótesis no se materializa, las valoraciones actuales podrían verse cuestionadas, con activos varados (“stranded assets”): centros de datos sobredimensionados, parques de chips infrautilizados y rendimientos financieros inferiores a las proyecciones iniciales.
Esta tensión energética también pone de manifiesto un efecto perverso para el clima: para seguir el ritmo de la IA, muchos operadores recurren puntualmente a fuentes de energía más contaminantes cuando las renovables o los contratos de electricidad verde no son suficientes. En estas condiciones, las trayectorias de neutralidad de carbono anunciadas por las grandes plataformas se vuelven más difíciles de alcanzar, e incluso pueden requerir la revisión a la baja de algunos compromisos intermedios. Los equilibrios entre el crecimiento de la IA, la fiabilidad del sistema eléctrico y el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones nacionales podrían convertirse en un tema político de primer orden en los próximos años.
