El senador estadounidense Marco Rubio ha experimentado un notable cambio en su postura con respecto a China, pasando de una retórica confrontacional a una que enfatiza la necesidad de cooperación, incluso reconociendo el poderío de la nación asiática. Esta transformación ha generado interrogantes sobre los factores que la motivan.
Rubio, conocido por su línea dura contra Pekín, ha manifestado recientemente que Estados Unidos puede y debe mantener relaciones con China, al mismo tiempo que apoya a aliados como Japón. Esta declaración contrasta con sus anteriores llamados a una mayor confrontación y desconfianza hacia el gobierno chino.
El senador abordó también el tema de Taiwán, respondiendo a preguntas en el Congreso sobre un posible conflicto. Su postura actual sugiere un equilibrio entre la defensa de los intereses estadounidenses y la búsqueda de una relación estable con China.
Según diversas fuentes, la nueva actitud de Rubio se basa en la comprensión de que China es una potencia mundial con la que es inevitable interactuar. La cooperación, en áreas de interés mutuo, se considera ahora una vía necesaria, sin que ello implique abandonar la defensa de los valores y principios estadounidenses.
Esta evolución en la postura de Rubio ha sido recibida con atención en Taiwán, donde el legislador Chen Kuan-ting señaló que la gestión de riesgos y el fortalecimiento de la defensa no son contradictorios con la búsqueda de la cooperación. La situación actual exige un enfoque pragmático que permita a Estados Unidos navegar por las complejidades de su relación con China y sus aliados en la región.
