Científicos de la Universidad de Vermont, en Estados Unidos, han publicado un estudio que revela un posible nuevo enfoque para el tratamiento de ciertos tipos de demencia. La investigación, centrada en el flujo sanguíneo cerebral, sugiere que un riego sanguíneo deficiente podría ser un factor clave en el desarrollo de esta enfermedad.
El estudio preclínico, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, indica que la pérdida de un lípido específico puede provocar una hiperactividad en los vasos sanguíneos, interrumpiendo la circulación y privando al cerebro de nutrientes esenciales. Restablecer este lípido perdido, según los hallazgos, permite normalizar el flujo sanguíneo.
La investigación destaca que restaurar un fosfolípido en las células de los vasos sanguíneos podría mejorar la circulación cerebral y combatir la demencia.
Una “llave vascular” para combatir la demencia
Los autores del estudio explican que la demencia no se origina únicamente por proteínas anómalas o daños neuronales, sino también por un factor vascular: una llegada insuficiente de sangre al cerebro, lo que puede llegar a “matar de hambre” al tejido cerebral. En este sentido, restaurar y mejorar el riego sanguíneo se presenta como una posible “llave vascular” para mejorar el tratamiento de la demencia.
El papel del Piezo1 en la regulación del flujo sanguíneo
Para comprender mejor esta propuesta terapéutica, es fundamental entender el papel del Piezo1, un “canal mecanosensible” presente en las células que recubren los vasos sanguíneos y responsable de regular el flujo sanguíneo. Investigaciones previas han demostrado que las variaciones en el Piezo1 pueden influir en el riesgo de desarrollar enfermedades vasculares.
El estudio de la Universidad de Vermont reveló que, en enfermedades como el alzhéimer, la actividad del Piezo1 en los vasos sanguíneos cerebrales es excesivamente alta.
Equilibrio cerebral: la importancia del PIP2
Al analizar la actividad del Piezo1, los investigadores identificaron que los fosfolípidos PIP2 desempeñan un papel crucial en la señalización celular, actuando como un “freno natural” del Piezo1. Cuando los niveles de PIP2 disminuyen, el Piezo1 se activa y altera la función cerebral debido a la falta de control del flujo sanguíneo.
Los modelos experimentales presentados en el estudio confirman que estabilizar los niveles de PIP2 reduce la actividad excesiva del Piezo1, restaurando un flujo sanguíneo saludable y previniendo el deterioro cerebral.
En conclusión, aumentar los niveles de PIP2 o moderar la función del Piezo1 podría ser una estrategia efectiva para mejorar la circulación cerebral y, por ende, apoyar y mantener la función cognitiva en algunos tipos de demencia.
Próximos pasos en la investigación
Es importante destacar que esta investigación se encuentra en una fase preclínica, lo que significa que aún no se han iniciado ensayos clínicos en humanos. Los científicos enfatizan la necesidad de comprender mejor la interacción entre el PIP2 y el Piezo1 antes de implementar modificaciones que puedan afectar otras regiones cerebrales.
Se espera que futuros estudios aclaren los efectos de la disminución del PIP2 y su relación con el Piezo1, lo que permitirá diseñar nuevas terapias centradas en restaurar los niveles de PIP2 o desarrollar medicamentos para mejorar la salud cerebral, combatir la demencia y tratar otros trastornos vasculares.
