El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, se abstuvo este viernes de confirmar si la administración de Donald Trump tiene como objetivo destituir a Nicolás Maduro del poder en Venezuela. En su lugar, enfatizó que la estrategia de Washington se centra en la protección de los “intereses” estadounidenses.
“Contamos con un régimen ilegítimo que colabora abiertamente con grupos terroristas que representan una amenaza para la seguridad de Estados Unidos”, declaró Rubio durante una conferencia de prensa de fin de año en el Departamento de Estado, al ser cuestionado sobre si la estrategia estadounidense busca derrocar al líder chavista.
El jefe de la diplomacia estadounidense subrayó que el objetivo principal del gobierno es garantizar la “estabilidad y la seguridad regional”, así como “proteger los intereses de Estados Unidos”.
Rubio acusó al gobierno de Maduro de mantener vínculos con Irán, con el grupo Hezbolá y con redes de narcotráfico. Asimismo, señaló que el Ejército de Liberación Nacional colombiano (ELN) y disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) “operan abiertamente” en territorio venezolano.
“Estamos concentrados en estos asuntos debido a que constituyen una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. No obstante, no consideramos legítimo a Maduro”, puntualizó.
¿Autorización del Congreso?
Marco Rubio declinó comentar si el gobierno estadounidense requiere la autorización del Congreso para llevar a cabo posibles acciones ofensivas contra territorio venezolano.
“No existe actualmente ninguna situación que nos obligue a solicitar la aprobación del Congreso”, afirmó.
En una entrevista concedida a NBC News y publicada este viernes, Trump admitió no descartar la posibilidad de una confrontación bélica con Venezuela, aunque se negó a confirmar si el objetivo final de su estrategia con respecto a Venezuela es la destitución de Maduro.
“Él sabe exactamente lo que quiero”, respondió Trump. “Lo sabe mejor que nadie”, añadió el mandatario, quien mantuvo una conversación telefónica con el líder chavista en noviembre.
El martes, Trump ordenó bloquear la entrada y salida de Venezuela de todos los buques petroleros sancionados por Estados Unidos, una semana después de la incautación de un cargamento de crudo cerca de las costas venezolanas.
Estados Unidos ha intensificado la presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro, al que acusa de liderar el denominado “Cártel de los Soles”, acusación que Caracas niega. Esta acción se produce tras meses de operativos contra supuestas embarcaciones vinculadas al narcotráfico en el Caribe y el Pacífico.
La posibilidad de que Trump no descarte una guerra representa un cambio significativo, considerando que su campaña se basó en la promesa de evitar la participación de Estados Unidos en conflictos extranjeros, distanciándose así de la tradicional postura del Partido Republicano.
Algunos sectores de su base electoral han criticado su enfoque en la política exterior, argumentando que debería priorizar los problemas internos, como el aumento del costo de vida.
Para que Estados Unidos pueda declarar la guerra, es necesaria la autorización del Congreso. El Partido Demócrata insiste en que Trump necesita el aval del Legislativo para cualquier acción militar contra embarcaciones presuntamente involucradas en el tráfico de drogas.
Con información de Efe.
