Las noticias no dejan de empeorar en lo que respecta a los “químicos para siempre”.
Estas sustancias fabricadas por el hombre – diseñadas para repeler aceites, agua y manchas – se pueden encontrar en miles de artículos cotidianos, desde sartenes antiadherentes y envoltorios de comida rápida hasta chaquetas impermeables.
Los científicos ya los han relacionado con una larga lista de problemas de salud, incluyendo daño hepático, colesterol alto, problemas de fertilidad, defectos de nacimiento y varios tipos de cáncer.
Ahora, una nueva investigación sugiere que las personas expuestas a dos importantes toxinas ambientales – el ácido perfluorooctanosulfónico (PFOS) y los bifenilos policlorados (PCB) – tienen más probabilidades de ser diagnosticadas con esclerosis múltiple (EM).
Esta enfermedad autoinmune crónica ataca el sistema nervioso central, interrumpiendo la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo.
Puede provocar una amplia gama de síntomas, incluyendo entumecimiento, debilidad muscular, dificultad para caminar, problemas de visión, fatiga extrema, dolor y dificultades cognitivas.
“Las personas con las concentraciones más altas de PFOS y PCB tenían aproximadamente el doble de probabilidades de ser diagnosticadas con EM, en comparación con aquellas con las concentraciones más bajas”, dijo Kim Kultima, quien lideró el estudio, en un comunicado de prensa.
Investigaciones previas han demostrado que los químicos para siempre pueden interferir con el sistema inmunológico, ya sea debilitándolo o activándolo en exceso.
Esta alteración inmunológica se ha relacionado con enfermedades autoinmunes más allá de la EM, incluyendo lupus, artritis reumatoide y enfermedad inflamatoria intestinal.
En el nuevo estudio, Kultima y su equipo analizaron muestras de sangre de 900 personas en Suecia diagnosticadas recientemente con EM y las compararon con muestras de personas sin la enfermedad.
Los investigadores midieron los niveles de toxinas en cada grupo y luego utilizaron modelos estadísticos para determinar la fuerza de la relación entre la exposición a los químicos y la probabilidad de desarrollar EM.
Dado que las personas suelen estar expuestas a múltiples químicos a la vez, el equipo también analizó cómo la exposición combinada afectaba su riesgo.
“Pudimos observar que un aumento en la exposición total se asoció con una mayor probabilidad de EM, incluso después de ajustar por factores de riesgo genéticos y de estilo de vida conocidos”, dijo Aina Vaivade, la primera autora del estudio.
El equipo también profundizó en la genética, investigando cómo los rasgos heredados podrían interactuar con la exposición a los químicos.
En estudios anteriores, se pensaba que las personas que portaban una determinada variante genética tenían un menor riesgo de desarrollar EM. Sin embargo, la nueva investigación encontró que esas mismas personas tenían una mayor probabilidad de EM si también estaban expuestas a niveles elevados de PFOS.
“Esto indica que existe una interacción compleja entre la herencia y la exposición ambiental relacionada con la probabilidad de EM”, dijo Kultima.
“Por lo tanto, creemos que es importante comprender cómo los contaminantes ambientales interactúan con los factores hereditarios, ya que esto puede proporcionar nuevos conocimientos sobre la génesis de la EM y también podría ser relevante para otras enfermedades”, añadió.
Si bien el estudio se centró en personas con EM, se suma a la creciente evidencia de que estos químicos representan serios riesgos para la salud a largo plazo.
Se filtran en el suelo, el agua y el aire, y los estudios demuestran que casi todos los estadounidenses tienen niveles medibles en su sangre, incluidos los recién nacidos.
Aún más preocupante es que los tóxicos no se descomponen fácilmente, lo que les permite permanecer en el medio ambiente y dentro del cuerpo humano durante un tiempo desconocido.
Por eso, los PCB, a pesar de estar prohibidos en los EE. UU. desde 1979, todavía se encuentran en el medio ambiente y en productos más antiguos. Los PFAS, mientras tanto, siguen siendo ampliamente utilizados en la actualidad.
Los expertos dicen que hay medidas que puede tomar para reducir su exposición, como filtrar el agua potable y evitar los utensilios de cocina antiadherentes y los envases de alimentos resistentes a la grasa.
Buscar etiquetas “libres de PFAS” y elegir alimentos frescos y sin envasar puede ayudar aún más a reducir el contacto con estos químicos tanto en el hogar como en su dieta diaria.
