Diversos aditivos alimentarios, utilizados comúnmente como conservantes, colorantes o potenciadores de sabor, han sido vinculados a posibles riesgos para la salud. Investigaciones recientes, basadas en informes de organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UFC-Que Choisir, arrojan luz sobre estos compuestos y sus efectos potenciales.
Entre los aditivos más preocupantes se encuentran los nitratos y nitritos (E249, E250, E251, E252), empleados principalmente en la conservación de productos cárnicos. La OMS los clasifica como sustancias potencialmente cancerígenas, asociándolos a un mayor riesgo de cáncer colorrectal.
El glutamato monosódico (E621), un potenciador del sabor presente en muchos alimentos procesados, también genera controversia. En altas dosis, podría afectar a las neuronas y se desaconseja su consumo en niños debido a sus posibles efectos neurotóxicos.
El dióxido de titanio (E171), utilizado como colorante blanqueador en dulces, pastelería e incluso medicamentos, será prohibido en alimentos a partir de 2026 debido a su potencial carcinogenicidad, aunque aún se permite su uso en algunos cosméticos.
Los colorantes azoicos (E102, E104, E110, E122, E124, E129), frecuentes en caramelos y confitería, se sospechan de favorecer la hiperactividad y los trastornos del comportamiento en niños.
Los caramelos (E150c, E150d), elaborados a partir de azúcar, amoníaco y sulfitos, presentes en refrescos, salsas y cervezas ámbar, contienen sustancias potencialmente cancerígenas como el 4-metilimidazol (4-MEI), cuya presencia es investigada por la OMS.
Los parabenos (E214, E216, E217), conocidos por su uso en cosméticos, también se emplean como conservantes en alimentos. Clasificados como disruptores endocrinos, podrían interferir con las hormonas y aumentar el riesgo de ciertos cánceres, incluido el de mama.
Los fosfatos (E300, E400), presentes en refrescos, quesos industriales y algunas carnes procesadas, se han relacionado con riesgos cardiovasculares y renales, e incluso podrían aumentar el riesgo de cáncer en caso de consumo excesivo.
Los carragenanos (E407), utilizados como espesantes en yogures y helados, se sospechan de promover la inflamación intestinal, las alergias y, a largo plazo, el cáncer de colon.
Los sulfitos (E220, E221, E222), utilizados para conservar frutas secas, vinos y verduras enlatadas, pueden provocar reacciones alérgicas graves, especialmente en personas asmáticas, y se sospecha que alteran la flora intestinal.
Finalmente, los benzoatos de sodio (E211), empleados como conservantes en bebidas gaseosas y salsas, se asocian con hiperactividad y otros trastornos del comportamiento en niños. Además, en combinación con la vitamina C, pueden formar compuestos potencialmente cancerígenos.
Fuente: UFC-Que Choisir – OMS
