Un reciente descubrimiento arqueológico en Marruecos sugiere que los humanos prehistóricos ya poseían conocimientos sobre las propiedades medicinales de las plantas. Investigadores han encontrado conos de Ephedra, una planta con propiedades vasoconstrictoras y antibacterianas, en la cueva de las Palomas, un antiguo cementerio que data del Paleolítico.
Aunque el motivo exacto por el que los ibero-mauricios, los habitantes de la región en ese período, consumían esta planta es desconocido, los expertos no descartan su uso en ceremonias funerarias o con fines terapéuticos. Según el arqueólogo Anna Maria Mercuri, de la Universidad de Módena y Reggio Emilia, el hallazgo demuestra un “comportamiento humano competente, sofisticado y sorprendente”.
La Ephedra podría haber sido utilizada para controlar hemorragias durante intervenciones quirúrgicas primitivas, como extracciones dentales o trepanaciones (perforaciones en el cráneo), prácticas que, según las pruebas, ya eran realizadas por estos antiguos pobladores. Además, sus propiedades podrían haber ayudado a prevenir infecciones y favorecer la curación.
Este hallazgo se suma a otras evidencias de que el uso de plantas con fines medicinales es una práctica ancestral. Investigaciones previas sugirieron que el polen de plantas con propiedades sedantes, como la achilea y la manzanilla, estaba presente en una “sepultura florida” neandertal en Irak, aunque estudios más recientes cuestionan este origen, sugiriendo que el polen pudo haber sido depositado por abejas en tiempos modernos.
Textos antiguos de China, Egipto y Mesopotamia, como la Epopeya de Gilgamesh, ya describen el uso de plantas medicinales. Recientemente, se ha encontrado efedrina en mechones de cabello de 3.000 años de antigüedad en la isla de Menorca, junto con sustancias alucinógenas.
Los investigadores señalan que, si bien no se puede determinar con certeza el propósito del consumo de Ephedra por parte de los ibero-mauricios, es poco probable que fuera recreativo. El etnobotánico Giorgio Samorini destaca que este descubrimiento resuelve un enigma sobre el conocimiento y uso de las plantas de Ephedra en la historia de la humanidad, y subraya que los humanos antiguos ya eran conscientes de los efectos de estas plantas.
