Marianna Ciarlante
Hay un momento especial al final de la visualización de una película cuando las luces aún están apagadas, los créditos aparecen en la pantalla y la realidad todavía está fuera del cine. En ese preciso momento, cuando todos siguen en silencio, con el alma soñadora y con una luz en los ojos que la oscuridad esconde para no romper el hechizo, está toda la magia del cine. Y no siempre ocurre, pero de vez en cuando llega este momento que permite al séptimo arte hacer aquello para lo que nació: emocionar. Hoy en el Festival de Cine de Venecia ocurrió uno de estos momentos y ha llegado al final de la visión de Cosas pobres, la nueva película de Yorgos Lanthimos. Una película, la del director griego, que subvierte las convenciones, ignora las reglas y la respetabilidad y ofrece al público, especialmente al femenino, una experiencia visual y emocional inolvidable. Con una extraordinaria Emma Stone y un muy buen Mark Ruffalo, Cosas pobres es la verdadera joya de Venecia 80, es esa mezcla de genialidad y locura que aporta irreverencia y encanto, originalidad y previsión a la pantalla, haciéndote salir de la sala humanamente enriquecido y con ganas de vivir la vida según tus propias reglas y no los que la sociedad imponía, especialmente a las mujeres.
Estafa Cosas pobres, Lanthinos da a las mujeres voz, coraje, poder y belleza. Las hace fuertes, conscientes pero sobre todo libres y consigue hacer reflexionar sobre las contradicciones del mundo y sobre el papel de las mujeres cada vez más relegadas a convertirse en lo que se espera de ellas, haciendo que el público emprenda un viaje introspectivo dirigido a rompiendo sus creencias y revolucionando su propia forma de vida. Cosas pobres nos hace reflexionar sobre el sexo, mostrando lo satisfactorio y liberador que puede ser si se vive sin miedos ni prejuicios, nos hace repensar el papel de la ciencia y luego el de la religión, nos hace reflexionar sobre el poder, el dinero, la brecha entre ricos y pobres, suicidio, sobre la infelicidad, sobre el matrimonio. Y todo esto lo hace haciendo reír, entreteniendo y trayendo a Venecia una pequeña revolución femenina y feminista que realmente necesitábamos.
Así, Emma Stone, que en la película interpreta a Bella Baxter, una mujer que vuelve a la vida gracias a un experimento científico que le deja un cuerpo adulto y una mente infantil, se convierte, con su personaje, en una metáfora del renacimiento, la liberación y empoderamiento y nos recuerda lo hermoso que es vivir la vida con la pureza del espíritu de un niño y una mente no contaminada por la podredumbre de las convenciones sociales.
Yorgos Lanthimos da una hermosa lección de vida a los espectadores de su película, los saca de sus esquemas mentales y muestra lo poco que se necesita para cambiar la vida y hacerla auténtica, real, única. Lo que importa para vivir bien, al fin y al cabo, es ser uno mismo de principio a fin, seguir la propia naturaleza y vivir sin dejarse influenciar por lo que el mundo espera de nosotros. Y si pudiéramos vivir esta vida con más valentía, siguiendo el ejemplo del ingenio, la locura, la audacia de este personaje creado por Lanthimos e interpretado magistralmente por Emma Stone, todo sería más auténtico, real, emocionante y quizás sólo así ¿Podremos liberarnos de nuestros límites, inseguridades y esas reglas sociales que nos aplastan en una rutina donde nunca somos realmente nosotros mismos y nunca logramos expresar todo nuestro potencial?
Y si pudiéramos hacer todo esto, como lo hizo Bella Baxton en Cosas pobres, entonces nuestra vida se convertiría en un verdadero espectáculo y el cine habría cumplido con su deber.
voto: 8
2023-09-03 00:09:46
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