Un recorrido nocturno entre bastidores en el Mandarin Oriental Ritz Madrid

Antes de incorporarse al hotel, Ravera estudió historia en Venecia y trabajó en el Venecia Simplon-Orient-Express tren. “El ambiente nocturno en el hotel es muy diferente. Puede ser muy silencioso o un caos absoluto”, dice riendo. “Una solicitud típica es que alguien quiera ayuda para decir algo en español, pero también hay situaciones más complicadas. Si alguien no se encuentra bien, tenemos un médico de guardia”.

El colega de Ravera, Ribeiro, que nos anima a explorar los Jardines del Campo del Moro, contiguos al Palacio Real, tiene 30 años y es brasileño. “Me encanta lo comprometidos que están mis colegas. Para ellos no se trata simplemente de un trabajo, sino que quieren que los huéspedes se sientan a gusto”, añade. No es raro, explican, que algunos miembros del personal se unan para ayudar a un huésped a realizar una propuesta de matrimonio o una sorpresa para un ser querido. Hacer realidad los sueños de sus invitados es parte de su objetivo y harán todo lo posible para lograrlo.

Aventurándose en el corazón del hotel

Adrian Posse, asistente del departamento de pastelería

Jerónimo Álvarez

Mandarin Oriental Ritz Madrid

El personal preparando el desayuno en Deessa.

Jerónimo Álvarez

Luis Enrique González tiene 42 años, se crió en Madrid y lleva dos décadas trabajando en el Mandarin Oriental Ritz, la mitad de su vida. Es portero nocturno: hay nueve en total, además de cuatro porteros y ocho empleados en el equipo de conserjería. González trabaja desde medianoche hasta las ocho de la mañana y, cuando llega a casa, después de dormir un poco, le gusta pasar tiempo con sus hijos. “Estudié turismo y me gusta mucho el trato con la gente, el bullicio. Por la noche hay picos de actividad”, cuenta Condé Nast Traveler. Su lugar favorito en el hotel es, por supuesto, la puerta principal, donde recibe a los huéspedes y les ayuda con gusto con su equipaje.

“Todos los miembros del personal se ayudan unos a otros. La Navidad es una época del año muy especial, aunque salvo Nochevieja, la puerta no permanece abierta toda la noche como algunas personas podrían pensar y se sorprenden al encontrarla cerrada”. Sin embargo, hay un timbre y podría decirse que hay pocas cosas más glamorosas que tocar el timbre del Ritz para pedir que le dejen entrar.

En el fabuloso restaurante dos estrellas Michelin de Quique Dacosta, Deessa, conocí a Isidro (48 años y madrileño, lleva casi 30 trabajando en el Ritz) y a Mohamed (40 años y nacido en Tánger, ha estado con el hotel durante 17 años) mientras preparaban la comida del día siguiente. Se mueven con agilidad y seriedad, y sin hacer mucho ruido. No quería alejarlos mucho tiempo de sus tareas, pero con una tranquila sonrisa Isidro comparte que el equipo del hotel es como una gran familia. Cuando se le pregunta qué es lo que más le gusta de trabajar aquí, Mohamed exclama: “¡Todo!”.

2023-12-22 22:27:25
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