El mazo del subastador: la liturgia de las subastas de relojes con Aurel Bacs

El martillo es el atributo del subastador. También es su amuleto: para retratar a Aurel Bacs con el suyo hubo que esperar unos minutos, mientras un asistente iba a buscarlo a la oficina, previo permiso del propietario. El que utiliza Bacs, el artífice de las subastas de relojes más mediáticas de la historia, es un ligero martillo de madera de olivo, con mango torneado. Manteniendo la subasta emocionante, manteniendo su martillo en el aire y con el brazo elevado, en un gesto de interrogación destinado a desatar la adrenalina del público. “Ahora solo falta que nos pongamos de acuerdo en cuánto vale”, dice con tono teatral, mientras tras él se proyecta la imagen de un Patek Philippe de oro amarillo con cronógrafo y calendario perpetuo, vendido por la joyería Beyer en 1967: solo se hicieron cuatro unidades de este modelo, con el nombre de la joyería en la subesfera de la fase lunar, y esta es la única a la venta. De hecho, este mismo reloj ya pasó por sus manos en 2002, cuando fue adquirido por un coleccionista especializado. Veintiún años más tarde, ha vuelto a estar a la venta. Tras un forcejeo simbólico, pocos minutos después el martillo cae cuando el contador de la pantalla marca 690.000 francos suizos que, con la comisión del 27% para la casa de subastas, suponen para el feliz comprador un desembolso de 876.000 francos suizos (908.000 euros). “¡Vendido!”. El público aplaude. La subasta es una liturgia basada en el vértigo. Nada de copas de champán ni de música de piano. La subasta comienza con los acordes de “can’t stop” de Red Hot Chili Peppers: energía milenaria de un evento deportivo para una competición que vive su momento dorado.

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En todo caso, la industria relojera vive un momento especialmente dulce: las exportaciones de relojes suizos batieron récords en 2022 hasta alcanzar los 23.000 millones de francos suizos (unos 23.690 millones de euros), un máximo histórico. Las principales marcas reportan cifras imponentes con listas de espera, ediciones limitadas que se agotan antes de salir a la venta y un mercado secundario floreciente. En ese marco, las subastas muestran la faceta más sibarita. Ofrecen modelos raros, antiguos o escasos de firmas de culto —Rolex, Patek Philippe, Audemars Piguet o F. P. Journe ocupan los primeros puestos— a un público en plena forma financiera.

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2023-11-28 04:45:00

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