El partido gobernante y su camino hacia la exclusión: ¿Un nuevo estándar político en Bolivia?

El partido gobernante parece estar encaminándose hacia un destino que no solo acabará con las aspiraciones de sus líderes

Lo sucedido este fin de semana en el Congreso de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) se puede interpretar no solo como un momento especialmente bajo en la historia del Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos, sino también como un indicador de un nuevo estándar político en Bolivia, que se alimenta de la exclusión.

Además de lo ya señalado días atrás en este mismo espacio, en relación a las luchas internas de la CSUTCB, que terminaron con dos líderes compitiendo por quedarse con el cargo de secretario ejecutivo, lo mismo que días antes en la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia «Bartolina Sisa» y en la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales Originarias de Bolivia, todos ellos síntomas de ruptura no solo en el partido gobernante, sino en el Pacto de Unidad.

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Los silletazos, los abucheos a los dos primeros mandatarios del país, la descalificación de quienes representan a la facción contraria, la negativa a siquiera considerar la posibilidad de un acercamiento y un diálogo en busca de soluciones a los conflictos, son prácticas habituales en muchos espacios donde se practica la política, sean oficialistas o no.

Aunque todos los manuales de comunicación política señalan enfáticamente que no hay peor estrategia que tratar de desacreditar las ideas del rival, hoy en día no hay un solo personaje mediático relacionado con la política que no intente demostrar que sus eventuales adversarios representan todo lo malo (incluso recurriendo a exageraciones y medias verdades, cuando no a calumnias y difamaciones, que suelen quedar impunes), profundizando así la polarización entre sus seguidores y los del lado contrario.

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A esto se suma una obsesiva búsqueda del poder como fin y no como medio, en la que unos y otros están inmersos en una actitud más propia de un corsario que de un estadista, lo cual ha llevado a todas las partes a centrar sus esfuerzos en los resultados a corto plazo y olvidar la necesidad de tener un plan de acción (o de gobierno) y no solo consignas de viabilidad discutible.

Además, la evidente falta de espacios de formación política (si los hay, o los hubo, solo se destinan para formar una élite dentro de los partidos) permite que los líderes digan y hagan lo que les plazca sin contención por parte de sus cuadros y sus bases, que a estas alturas solo saben reaccionar ante discursos aclamatorios carentes de crítica y, lo que es peor, de horizonte. De esta manera, las personas se comportan más como miembros de tribus que como una sociedad nacional.

El partido gobernante parece estar encaminándose hacia un destino que no solo acabará con las aspiraciones de sus líderes, sino sobre todo con las esperanzas de la población. Por otro lado, la oposición, que carece de ideas trascendentales, imita el estilo del oficialismo y se muestra incapaz de ofrecer una alternativa viable y aceptable para la población. Es urgente proyectarse hacia el futuro y resolver las contradicciones.

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2023-08-26 22:34:27

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