La problemática de los alquileres de Airbnb: ruido, fumadores y desconocidos

La ignorancia de las reglas no exime a nadie de su cumplimiento, pero como los dueños de estos lugares de alquiler obtienen mucho dinero, quienes sufren las molestias son los residentes, algunos de los cuales ya se están organizando para negociar que parte de las ganancias se destinen a mejorar áreas comunes y a realizar mantenimiento preventivo o correctivo, por ejemplo, y, por supuesto, que los reglamentos internos se cumplan según lo acordado en las asambleas vecinales.

Existen casos extremos. Como es posible alquilar por un día, hay departamentos que se utilizan como hoteles de paso o se destinan a fiestas que duran hasta el amanecer. ¿Hay casos de peleas con los inquilinos? Seguramente. Pero las denuncias, si se presentan, quedan en el limbo.

En ese sentido, los comités de vigilancia podrían organizarse para imponer “multas altas” por las molestias. Se dirá que estas multas no son aplicables al estar fuera de la ley. En ese caso, sería conveniente plantear “cierres” del Airbnb en cuestión. Si diez personas son capaces de bloquear una avenida, ¿por qué la misma cantidad de vecinos no podría evitar que un cliente de Airbnb ingrese al lugar que alquiló? Lo siento. Las circunstancias extremas requieren respuestas extremas.

Donde antes había convivencia, o al menos esa era la intención, ahora solo hay afluencia. En los últimos años, “especuladores han adquirido departamentos a bajo costo en la llamada Ciudad Central” de la Ciudad de México. En alcaldías como Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Coyoacán e Iztacalco, estos individuos invierten poco y obtienen jugosas ganancias. Originalmente destinados a vivienda social, los departamentos se alquilan a través de plataformas digitales o se revenden a un precio más alto. Además, “desarrolladores inmobiliarios aprovechaban para construir pisos adicionales” o construyen departamentos de lujo en esos puntos señalados en lugar de vivienda social, como lo ordena la normativa correspondiente (Excélsior 09/12/2023).

El problema fundamental radica en que el gobierno central de la Ciudad de México otorga permisos, pero las manifestaciones de construcción corresponden a cada alcaldía. De ahí el tremendo escándalo generado por el Cártel Inmobiliario del cual se aprovecharon, aunque no exclusivamente, los funcionarios panistas de la Benito Juárez y de la Miguel Hidalgo.

La capital del país ha crecido desmesuradamente hacia arriba. Grandes edificios han tapado el horizonte de zonas industriales. Lugares que solían tener horarios nocturnos, por ejemplo, de diez de la noche a cinco de la mañana, ahora impiden el descanso de aquellos que adquieren estas propiedades de buena fe y con grandes ilusiones. Los arquitectos no ven esto. No es su problema, aunque debería serlo. La ética les importa poco.

Como exdelegada, Xóchitl está al tanto de esta situación. Es ridículo que alguien que antes se quejó de la Casa Blanca o de la Casa Gris ahora argumente que la de Xóchitl es de ladrillo. Es como el niño que mata a sus padres pero le pide clemencia al juez porque es huérfano (Monsiváis).