¡Por favor tomen sus mesas y devuélvannos las aceras!

Municipio metropolitano contra establecimientos metropolitanos, redondo – consecutivo.

Un kaká ligeramente vestido y con matrícula no pasa y comienza inmediatamente la colisión. Esta vez, los dos gigantes discuten si el peaje se ha elevado en 2022 o si es necesario aumentarlo todavía.

Dado que los lugares reaccionan fuertemente a cualquier cosa que contenga las palabras clave “tarifa” y “recogida”, el argumento una vez más se ha movido a un círculo en el que no necesita estar.

Además, los restaurantes y cafeterías, especialmente los del centro, no tienen el dilema de si podrán pagar los derechos de acera con sus precios cada vez más altos.

La pregunta principal es: ¿no se están exagerando los restaurantes al extenderse en las aceras? Pues… se están excediendo y el problema ya está madurando en serio.

Todavía recuerdo otra disputa sobre si la calle “Shishman” de la capital debería hacerse peatonal. Uno de los principales argumentos en contra de los habitantes de la calle central se resumió en: No seamos como el bulevar Vitosha.

Los vecinos, con auténtico miedo en los ojos, imaginaban cómo sus aceras estarían ocupadas por mesas, mesitas, sillas, taburetes, camareros y por esas medias de nailon en las que el humo del cigarrillo se esparce como un pañal y con las que los posaderos burlan las prohibiciones.

Y eso les pareció una pesadilla.

Y es bastante indicativo de la situación a la que nos hemos encontrado.

Por un lado están los restauradores, que saben muy bien que cuando hace buen tiempo todo el mundo quiere tomar su café y comerse el filete tiferich.

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Por otro lado, hay personas que sienten que cada vez que salen a caminar, ya se topan con algún nuevo establecimiento.

Del tercer lado está la Municipalidad Metropolitana, que observa tímidamente desde el margen y no se atreve a tomar medidas decisivas.

Por lo tanto, al ciudadano medio no le importa si el precio del derecho a la acera ya ha subido en 2022 o si seguirá subiendo, ya que incluso una cafetería con unas pocas mesas modestas puede permitírselo.

Su principal queja es cómo en algunas partes de Europa se las arreglan para tener restaurantes con mesas afuera, y no hay sensación de estar subiendo sobre la cabeza de alguien que está bebiendo su cerveza en este momento.

Pero allí nadie salta demasiado cuando se habla de normativa, y el posadero más curtido y sin escrúpulos se da cuenta de que sin suficiente espacio para que los peatones circulen alrededor de su establecimiento, no se abalanzarán sobre él como moscas sobre la miel.

En Bulgaria, como suele ocurrir con las prácticas occidentales, este postulado de una buena gestión de restaurantes se escapa.

Una vez que llega a la acera, el señor restaurador intenta llevarla hasta la siguiente recta.

Y los transeúntes se santiguan y rezan para que su calle amada o la calle en la que está su casa no sufra lo mismo, porque la salvación no vendrá de ninguna parte.

Y cada vez son más los que se gritan: ¡Por favor, tomen las mesas y devuélvannos las aceras!

2024-04-01 10:45:00
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