En una revisión reciente publicada en Nutrienteslos investigadores revisaron los datos existentes sobre las interacciones entre el microbioma intestinal, los lípidos y la enfermedad de Alzheimer (EA), proporcionando información valiosa para informar la prevención y el tratamiento de la EA.
Estudiar: Lípidos, microbiota intestinal y la compleja relación con la enfermedad de Alzheimer: una revisión narrativa. Haber de imagen: Atthapon Raksthaput/Shutterstock.com
Fondo
La EA es una enfermedad neurológica crónica asociada con el envejecimiento. Los factores de riesgo modificables podrían reducir la morbilidad y la muerte por enfermedad de Alzheimer. El envejecimiento provoca disbiosis intestinal, lo que resulta en un aumento de bacterias proinflamatorias y una disminución de bacterias antiinflamatorias, provocando neuroinflamación y daño.
El eje de la microbiota intestinal-cerebro (GBMA) tiene una gran influencia en las enfermedades neurodegenerativas. El consumo elevado de grasas saturadas y trans aumenta la liberación de cortisol, pero el consumo bajo de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) omega-3 se ha asociado con trastornos neurológicos.
Sobre la reseña
En la presente revisión, los investigadores describieron la interacción entre el microbioma intestinal, los lípidos de la dieta y la enfermedad de Alzheimer.
Se realizaron búsquedas en Web of Science, Scopus, Embase, el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (CENTRAL) y el Sistema de Recuperación y Análisis de Literatura Médica en Línea (MEDLINE) a través de las bases de datos PubMed en busca de registros relevantes publicados en inglés, español o portugués. Se excluyeron los documentos que no se referían específicamente a la enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer y el microbioma intestinal
La microbiota intestinal puede influir en el desarrollo y progresión de trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer. El GBMA es un canal de comunicación bidireccional entre el tracto digestivo y el sistema nervioso central (SNC), y puede contribuir a la enfermedad de Alzheimer (EA) en situaciones de desequilibrio.
El SNC regula la permeabilidad, secreción, movilidad e inmunidad gastrointestinal a través de redes neuronales autónomas. Los circuitos vagales conectan el GBMA con el décimo par craneal (vago) a través de vías eferentes y aferentes.
Las interrupciones en esta comunicación pueden afectar la capacidad del sistema inmunológico para combatir infecciones, evitar la inflamación crónica y mantener sano el SNC. La disbiosis intestinal contribuye al curso de la enfermedad de Alzheimer a través de vías que promueven la creación de placas amiloides y la neuroinflamación.
Una microbiota intestinal sana puede influir en el comportamiento mediante la creación de monoaminas y ácidos grasos de cadena corta (AGCC), incluidos butirato, ácido gamma-aminobutírico (GABA), serotonina y dopamina, que mejoran la cognición y la memoria. Comprender la GBMA es fundamental para crear nuevas opciones de terapia para la enfermedad de Alzheimer.
Lípidos dietéticos y enfermedad de Alzheimer
Los lípidos son macromoléculas vitales en el cuerpo humano, particularmente en el cerebro, con funciones críticas en las membranas celulares y la transmisión de señales. Los cambios en el metabolismo de los lípidos contribuyen a la enfermedad de Alzheimer porque la oxidación de los lípidos ocurre en las primeras etapas de la enfermedad. Las cantidades elevadas de colesterol libre y la disminución de la esfingomielina en la circunvolución frontal media de los pacientes con enfermedad de Alzheimer están relacionadas con el estrés oxidativo de la membrana, que conduce a la enfermedad.
La disponibilidad inadecuada de colesterol para las neuronas puede afectar la plasticidad sináptica y la transmisión de señales nerviosas, lo que resulta en enfermedad tau y neurodegeneración.
Lípidos sanguíneos específicos pueden influir en la permeabilidad de la BHE, posiblemente alterando la disponibilidad de ácidos grasos y otros lípidos para las células cerebrales. Los microdominios lipídicos, que son estructuras de membrana formadas por esfingolípidos, colesterol y ácidos grasos saturados y poliinsaturados, desempeñan funciones importantes en la patología de la enfermedad de Alzheimer, incluida la formación de beta amiloide (Aβ) y la habilitación de interacciones entre A, apolipoproteína (APOE) y proteínas tau. .
El consumo de grasas saturadas está relacionado con la inflamación sistémica, como se ve por el aumento del estrés oxidativo, los niveles de especies reactivas de oxígeno (ROS) y la producción de citocinas proinflamatorias, lo que agrava la neurodegeneración en personas con enfermedad de Alzheimer.
El microbioma intestinal y los lípidos dietéticos.
Los esfingolípidos presentes en el trigo, la soja, los huevos y los lácteos son beneficiosos para la salud intestinal y desempeñan un papel crucial en la composición y diversidad de la microbiota intestinal. Por el contrario, las comidas ricas en grasas pueden afectar negativamente a la microbiota intestinal al fomentar la disbiosis, afectar la permeabilidad intestinal y aumentar la cantidad de bacterias gramnegativas que generan LPS. Estos lípidos también pueden imitar los efectos del LPS, provocando procesos proinflamatorios y debilitamiento de la capa mucosa.
La disbiosis se caracteriza por una disminución lactobacilo y bacteroides abundancia y aumento clostridio abundancia. Además, los pacientes con enfermedad de Alzheimer habían reducido bifidobacteria, Castellaniella, rosaburia, Erisipelotricháceas, Lactobaciláceas, monogloboy Tuzzerella números.
Las dietas occidentales ricas en ácidos grasos saturados y trans se han relacionado con un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer e hipercolesterolemia, posiblemente debido a la acumulación de oxiesteroles en el cerebro.
Los AGPI son necesarios para el crecimiento y el funcionamiento del cerebro en la enfermedad de Alzheimer, y la suplementación con omega-3 puede retardar su progresión.
Por otro lado, las dietas basadas en plantas, como la dieta mediterránea, se defienden como un patrón dietético saludable en todo el mundo debido a sus cualidades antiinflamatorias. Estas dietas incluyen nutrientes funcionales vitales que tienen propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antirradicales libres, que benefician la salud intestinal y cerebral.
Conclusiones
Según los hallazgos de la revisión, la microbiota intestinal, los lípidos y la enfermedad de Alzheimer están relacionados, y los lípidos de la dieta potencialmente promueven la patogénesis de la EA. Los ácidos grasos son cruciales para la inflamación cerebral, la plasticidad sináptica y la memoria.
Una dieta saludable, como las comidas mediterráneas ricas en grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, podría ayudar a reducir los síntomas y mejorar la salud intestinal y la función de la barrera hematoencefálica. Por el contrario, las dietas occidentales ricas en grasas saturadas y trans podrían acelerar el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Se necesitan más investigaciones para comprender la composición de los lípidos cerebrales, descubrir biomarcadores de lípidos y examinar terapias dietéticas que cambien la composición de la microbiota intestinal.
2023-11-07 08:40:00
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